Revelaciones dadas a un alma
a
quien Jesús le llama Agustín del Divino Corazón.
Mensajero de
los Sagrados Corazones Unidos y Traspasados de Jesús y de María.
Pasos a seguir:
1.
Coronilla a San José.
2.
Meditación del Lirio Perfumado del miércoles correspondiente.
3.
Letanías a San José.
4.
Oración a San José.
CORONILLA
A SAN JOSÉ
Modelo y patrono de los amantes del Sagrado
Corazón de Jesús.
Contemplad los 8 misterios:
1.
El anuncio del ángel de que lo
concebido en María es obra del Espíritu santo.
2.
La búsqueda de posada en Belén.
3.
El nacimiento del Niño Jesús en Belén.
4.
La presentación del Niño Jesús en el
templo ofreciendo un par de tórtolas o dos palomas.
5.
La huída a Egipto con Jesús y con María.
6. El regreso de la Sagrada Familia a Nazareth.
7.
La pérdida y hallazgo del Niño Jesús en
el templo.
8.
La gloriosa muerte de San José en
brazos de Jesús y de María.
Repetir
7 veces entre cada misterio (en honor a los 7 dolores y 7 gozos de San José):
V/ San José,
custodio y protector de los Corazones Unidos y traspasados de Jesús y de María.
R/ Inflamad mi
corazón para que en él solo reine, mi Dios, Jesús, como reinó en vuestro santo
corazón.
En vez de gloria:
Jesús, José y María,
os doy el corazón y el alma mía.
Al final de la coronilla, repetir 3
veces:
V/ San José, modelo
y patrono de los amantes del Sagrado Corazón de Jesús.
R/ Rogad por
nosotros.
(Luego se medita el lirio correspondiente)
1. Lirio Perfumado de la Divina Voluntad
Marzo 28/09 (2:30 p. m.)
San José dice:
Hijos míos: os llamo a que volquéis vuestra
mirada hacia mí, os llamo a que
escuchéis mi voz, voz que ha de retumbar en vuestro corazón; voz que
ha de deteneros, hoy día miércoles,
día dedicado a mi culto y
veneración, día en que derramo
muchísimas bendiciones a mis devotos;
almas que creen en el poder que Dios me ha otorgado, almas que tienen la certeza plena de mi protección e
intercesión; almas que perciben mi fragancia,
aroma suave de lirio fresco; lirio que floreció en aquella vara seca, vara que fue
entregada por los sacerdotes en mis manos,
vara que fue la señal del cielo para
mi desposorio con la Santísima Virgen María porque en ella
nació el más esbelto de los lirios
perfumados. Lirios cultivados en el cielo
para este majestuoso momento; momento que me
llevaba a descubrir un plan de amor, plan que había sido trazado en mi vida
desde mucho antes de mi nacimiento,
plan que hacía de mí el padre adoptivo del Salvador; el custodio y protector de los Corazones
Unidos y Traspasados de Jesús y de María. Plan que cambiaría el rumbo de mi vida, vida que era transformada
y renovada según los designios de Dios. Vida que tomaría un nuevo curso, una
dirección diferente; vida que haría historia, vida que dejaría huella en mi generación y en las generaciones futuras.
No puse
obstáculos a los designios de Dios; me entregué
en sus Venerables Manos para que obrase en mí;
para que me moldease como
arcilla blanda, para que me enrutase
en sus caminos; caminos estrechos, caminos angostos; caminos que exigían de mí, excesiva confianza y santo
abandono para
hacer en todo su Divina Voluntad;
camino que me exigía renuncias,
cambios en mi vida; caminos que obraban prodigios en mi corazón para
salvaguardar al Niño Jesús y para
proteger a la elegida de Dios, a la siempre bienaventurada Virgen María.
Hoy, hijo mío, que
habéis abierto vuestro corazón para recibir mis
gracias, no dudéis en acudir a mí; siempre estaré presto en ayudaros;
os protegeré de igual forma como lo hice
con el Niño Jesús y con mi castísima esposa; os defenderé contra
todo peligro, contra toda asechanza del mal; basta que os acerquéis más a mí, que no
me tengáis tan distante de vuestra vida, que no me sintáis como a un extraño. Sabes alma mía: vuestra
indiferencia me hiere, me lastima.
Abrid vuestras
manos y recibid el lirio perfumado de
la Divina Voluntad; oledlo y aspirad
su suave perfume, perfume que
renovará vuestro corazón, perfume que os mostrará vuestro camino, camino guiado
por una nueva luz, camino promisorio, esperanzador; camino que os lleva a
actuar movido por el Santo Querer de
Dios; camino que dará beneplácito a su Sacratísimo
Corazón; Corazón sumamente bueno, Corazón con muchísimos espacios porque muy
pocas almas hacen su Divina Voluntad;
muy pocas almas renuncian a sus sueños, a sus metas, con tal de agradar a Cristo.
Siembro en
vuestro corazón, éste, mi lirio
perfumado; lirio que ciñó en mi cabeza una corona de gloria, lirio que
adornó y embelleció mi alma; lirio que me llevó
al desvelo, a la preocupación porque temía ofender a Dios, temía no agradarle; temía que algo le sucediera a lo más amado, a lo
más querido de su purísimo corazón; lirio que me dio un puesto de gloria porque supe vencer obstáculos,
superar pruebas;
lirio que fundirá vuestro interés con los deseos de Dios; lirio que depurará
vuestras flaquezas haciéndoos fuertes; lirio que llevaréis en vuestras manos el día que seáis
llamados; lirio de la Divina
Voluntad que os llevará a la meta, a
la consecución del premio prometido.
Así es pues, hijos
míos, morid a vosotros mismos para que reine mi Dios Jesús en vosotros como
reinó en mi santo corazón.
El alma dice:
Amantísimo San
José: infinitas gracias os doy por haberme llamado, por haber pronunciado mi
nombre en vuestros dulces labios.
Heme aquí, para que transverberéis mi corazón con fuego de Amor Santo y
Divino que arde en vuestro cándido corazón. Heme aquí, para recibir vuestras
gracias; gracias que concedéis muy generosamente a cada uno de vuestros
devotos. Gracias que harán mi corazón
semejante al vuestro. Gracias que me llevarán a suspirar de amor por vos.
Gracias que inflamarán todo mi ser de vuestra celestial presencia. Gracias que
harán de mí, un ser renovado,
transformado, cambiado. Gracias que harán que piense, aún, más en vos porque os aparté de mi vida. Pocas veces he acudido a vuestra paternal protección
siendo vuestro corazón vaso purísimo de virtud, recinto de santidad, ya que fuisteis el único hombre de la tierra
digno para ser el padre adoptivo del
Salvador. Padre que le cuidó como si fuese su
propio hijo. Padre que le cantó canciones de cuna y le estrechó entre sus brazos para que se
durmiera. Padre demasiadamente celoso en el cumplimiento
de la Ley. Padre que vio crecer: en edad y en sabiduría al Hijo de Dios. Padre que quedaba
estupefacto ante sus palabras. Padre que le amaba como a su hijo y le adoraba como a su Dios. Padre que compartió treinta años
de su vida con el Mesías, Dios esperado. Padre que elevó su espíritu al cielo con una sonrisa, con su corazón rebosado, plenificado
porque supo cumplir con su misión, ya que le
protegió del frío, del calor, le defendió
del sanguinario Herodes, hombre cruel que quería acabar con su vida, hombre
poseído por el deseo de poder, hombre
que no medía consecuencias en la vileza y bajeza de sus actos.
Amantísimo San
José: heme aquí anhelante en entrar a
vuestro taller, en ceñirme vuestro delantal y en
trabajar por la salvación de
mi alma, alma que ha de ser
transformada porque estáis aquí para
renovar mi corazón, estáis aquí para
mostrarme un nuevo camino, un horizonte diferente, una senda impregnada de
vuestro suave aroma; aroma que me purifica
y libera, aroma que me lleva a
pediros perdón por teneros tan ausente de mí,
aroma que eclipsa mi corazón en un bello idilio de amor hacia vos, aroma
que hace susurrar mis labios con
vuestro dulce nombre, nombre que quema mi corazón
por dentro, nombre que ansío por descubrir, en
permanecer a vuestro lado.
¿Qué me ha de
suceder si os tengo a mi lado? ¡Nada! Absolutamente nada porque sois mi
guardián, mi vigía, mi protector, mi centinela. Nada, absolutamente nada porque
cuidaréis de mí con el mismo esmero como cuidasteis al Niño Jesús y a vuestra
Virginal Esposa, María. Nada, absolutamente nada porque sois terror de los
demonios.
Amantísimo San
José: gracias infinitas os doy por el lirio perfumado que habéis puesto en mis manos;
lirio perfumado de la Divina Voluntad; lirio que cambiará el
transcurso de mi
vida; lirio que me desarraigará de mis gustos, de mis apetencias; lirio que
cortará con todo egoísmo, con cualquier fijación; lirio que aromatizará mi
corazón de vuestra santidad, de vuestros férreos deseos de agradar siempre a
Dios; lirio que me conllevará a planear: no según mis intereses, sino según al
Santo Querer de Dios; lirio que hará que mire hacia el cielo anheloso de estar
a vuestro lado por toda la eternidad; lirio que incita mi alma a hablar de vos,
a extender esta santa devoción por toda la tierra; lirio que acelera el
palpitar de mi corazón en imitaros en vuestra loable virtud, a actuar siempre
movido bajo el Querer de Dios, haciendo en todo su Divina Voluntad.
Letanías y oración al final.
2. Lirio Perfumado de la Castidad
Marzo 28/09 (4:20 p. m.)
San José dice:
Hijos míos: venid hacia mí, las puertas de mi carpintería están abiertas. Hoy es miércoles, os recuerdo
nuestro encuentro de amor, encuentro en el que
las miradas bastan para expresar nuestro mutuo cariño, nuestro gran afecto;
afecto que un buen padre prodiga a su hijo;
afecto que lleva al abrazo paternal, al coloquio en el que el tiempo no cuenta; coloquio ameno, enriquecedor,
sabroso; coloquio que conduce al cuestionamiento,
a sopesar vuestras acciones, a bajar vuestra mirada al corazón y a evaluar si vuestras
actitudes son aprobadas por el cielo, a interpelaros al cambio, al mejoramiento de vuestras relaciones para
con Dios.
Venid, pues, hijos míos: entrad sin ningún
miramiento, sin ningún temor; en mi taller os mostraré un nuevo camino; camino
llano, camino tapizado de las dulces pisadas de
Dios para que os
encontréis con Él y os dejéis seducir de
sus encantos, de su hermosa voz.
En mi taller
encontraréis un viejo libro; libro abierto dispuesto en daros toda la sabiduría
necesaria para vuestro crecimiento espiritual. Libro abierto que acabará con
vuestra ignorancia y os adornará con la sabiduría de Salomón. Libro abierto que
os lleva a la contemplación, a la meditación. Libro abierto que os mostrará un
cielo nuevo, una tierra nueva. Libro abierto que os enseñará la forma de escalar
montañas; montañas que os elevan a la parte más alta, a su cima, cima de la
santidad.
En mi taller recibiréis el lirio de la castidad; lirio que embellecerá vuestra alma haciéndoos
luminosos, radiantes; lirio que os hará como ángeles en la tierra, ángeles alimentados de mi virginal mirada, ángeles fortalecidos con el escudo de mi castidad.
Hijos míos: abrid las puertas de vuestro
corazón de par en par, vedme con el lirio perfumado de mi castidad. Si queréis
que os lo plante: id primero a purificaros en los Ríos de la Gracia,
arrepentíos de vuestras culpas, concupiscencias y lascivias, y venid a mí que
os espero en mi humilde taller de carpintería para sembraros este hermoso y
fragante lirio; lirio que perfumará vuestro corazón dándoos olor de ángeles, lirio
que moderará vuestros ímpetus y deseos; lirio que será como cinturón que pondrá
brida a vuestros instintos y desenfrenos; lirio que adornará vuestro ser
dándoos candidez, pureza.
Hijos míos: una
vez haya sembrado este lirio perfumado en vuestro corazón, regadlo diariamente
con el agua refrescante de la oración, oxigenadlo con vuestras renuncias e
iluminadlo con el sol de vuestra castidad.
Estad atentos para
que crezca sano y vigoroso.
No
le perdáis su mirada. Recordad que muchos bichos y variedad de plagas están a
su alrededor que pueden destruirlo.
El lirio perfumado de la castidad os abrirá las puertas del
jardín del cielo; cultivadlo, pues, con amor y sentíos orgullosos de poseerlo;
muchos hombres y mujeres carecen de él; muchas almas se olvidan de que este
lirio de gran valor existe, algunas creaturas se
esfuerzan en adquirirlo pero
trabajan poco en su adquisición, se
dejan vencer fácilmente y vuelve la maleza
a su corazón.
El lirio
perfumado de la castidad hará de
vosotros rosas y flores bellas. El lirio perfumado de la castidad os vestirá de candor y pureza. El lirio perfumado de
la castidad os hará complacientes y
agradables a Dios.
El lirio perfumado de la castidad os dará fragancia de santidad; el mal
olor, el olor nauseabundo jamás tomará posesión de vuestro corazón.
El lirio perfumado de la castidad os abrirá
una entrada al cielo, tendréis derecho a una de sus moradas.
El alma dice:
José castísimo: gratitud hay en mi corazón
por invitarme a entrar en vuestro humilde taller; taller en el que me mostráis
un libro. Libro que me instruye, me enseña; libro que me muestra un nuevo
camino; camino que no es el mismo que me presenta el mundo; camino distinto,
recto, sin curvas; camino seguro de encuentro con Dios.
José castísimo: heme aquí dispuesto en seguir vuestras huellas, heme aquí con mi
corazón rebosante de amor por vos. Amor que me lleva a suspirar, amor que hace que mire al cielo y agradezca por teneros a mi lado como mi guía, como mi faro;
faro que irradia de luz mi espíritu para
no tropezar, para no caer; faro que es antorcha de luz
celestial en la tierra.
José castísimo: mi corazón palpita de amor cada día miércoles porque
sabe de nuestro encuentro, de nuestros coloquios, de nuestra conversación.
José castísimo: mi corazón ha sido
embellecido porque fuisteis vos quien sembró el
lirio perfumado de la castidad; lirio que arrasa con toda maleza; lirio
que purifica y da limpieza a mi alma;
lirio que me hace semejante a vos
siempre y cuando le cuide, le rocíe el
agua de vuestra pureza; lirio que me da
fragancia de santidad porque fueron vuestras benditas manos las que lo plantaron; lirio que deja huella de
vuestro aroma; aroma que me hace
luchar, vencer tentaciones; aroma que me lleva
a refugiarme en vuestro casto corazón para no
pecar, para no ofender más a
vuestro Amadísimo Hijo; lirio que cambia mi
antigua forma de pensar; lirio que moldea mi vida, vida asistida por
vos, vida enriquecida por vuestros sabios consejos, vida que ya no es la
misma desde el mismo momento en que llegasteis a mí.
José castísimo: me sedujisteis con vuestra
voz; voz que retumbó en mi corazón, voz que abrió mis oídos a la verdad, voz
que destapó y corrió las cortinas de mis ojos; ojos que no os podían ver, ojos
que no os podían contemplar; ojos que, aún, no se extasiaban de vuestra
hermosura.
José castísimo:
no os apartéis jamás de mi lado.
Deseo aprender de vos, quiero andar los mismos caminos que recorristeis, anhelo
parecerme en algo a vos; aspiro
cultivar, con muchísimo esmero y suma dedicación el lirio perfumado de la castidad.
Lirio que hoy, día miércoles, embellece mi alma;
lirio que hoy, día miércoles, conduele mi corazón porque reconozco que he fallado. Lirio que
hoy, día
miércoles, se lleva el mal olor de mi corazón; corazón que olía a mundo, a
pecado; corazón arraigado a placeres triviales, lisonjeros; corazón que
necesitaba de vuestras manos castísimas para ser purificado.
José castísimo:
hoy mismo iré al Sacramento de los Ríos de la Gracia. Ríos que limpiarán mi
corazón de toda mancha, de cualquier imperfección. Río que correrá por todo mi
ser para dejarlo nuevo. Río que se llevará consigo mi maleza, mis yerros, mis
culpas.
José castísimo:
fortaleced mi espíritu para no decaer, para no caminar hacia atrás.
José castísimo:
impregnadme de vuestro delicado y suave perfume; perfume de castidad, perfume
de pureza, perfume de virginidad; virginidad penitente si por desgracia he caído.
José castísimo:
ayudadme para que el lirio perfumado que hoy habéis sembrado en mi corazón
permanezca vivo, lúcido, fresco; haced que perdure para que juntos lo cuidemos
en el jardín del cielo el día que mi corazón exhale su último suspiro.
José castísimo:
quiero embriagarme con vuestro hálito de pureza, hálito que hará de mi cuerpo
digna morada, morada en la que reside el Espíritu Santo.
Letanías y oración al
final.
3. Lirio Perfumado de la Prudencia
Marzo 28/09 (8:00 p. m.)
San José dice:
Hijos míos: las puertas de mi carpintería
están abiertas; os espero para derramar una nueva gracia, gracia que os dará
Sabiduría. Sabiduría para que llevéis vuestra vida sin riesgo a perderos.
Sabiduría para que hagáis de cada día una ofrenda de amor al Amor Santo y
Divino. Sabiduría
para que no os
equivoquéis en vuestras actuaciones y no erréis en vuestras decisiones.
Sabiduría para que no colapséis en vuestros proyectos. Sabiduría para que no
seáis repudiados por vuestros hermanos y reprobados por Dios. Sabiduría para
que viváis felices consigo mismos y con los demás. Sabiduría para decir sin
temor, sin titubeo: sí o no. Sabiduría para que seáis coherentes con vuestros
pensamientos y actuaciones.
Hoy es miércoles
Josefino, miércoles de encuentro de corazón a corazón, miércoles en que entráis a mi taller para aprender algo nuevo, miércoles en que recibiréis de mis manos purísimas otro lirio perfumado: el Lirio de la Prudencia. Lirio que os enseñará a callaros cuando sea el debido momento de silenciaros, de poner
mordaza a vuestra boca o de hablar si es oportuno hacerlo. Lirio que os irá encaminando a un encuentro personal
con el Señor porque Él ama con
predilección a las almas que se esfuerzan en
asemejarse a Él; almas que le imitan en
sus heroicas y valiosas virtudes, virtudes que llevadas a la praxis os hacen santas, cosecháis
méritos para ganaros el cielo. Abrid,
pues, vuestro corazón hijo mío, mirad
la hermosura del lirio que sostengo en mis manos;
acercaos a mí, oledlo suavemente para que quedéis extasiaos del Amor Divino
porque fue Dios quien lo creó, es Dios
quien recrea vuestra vista, es Dios quien os da la oportunidad de aspirar su exquisito aroma; aroma que os
arroba y os levanta hacia el cielo;
aroma que os muestra vuestras imprudencias y os da el tiempo para que rectifiquéis, para que os enmendéis en vuestras faltas y empecéis de nuevo.
Hijos queridos:
hoy, otro lirio más planto en vuestro corazón. Lirio que florecerá si domáis
vuestra lengua;
lirio que invadirá
de su exquisito perfume los ambientes en donde estéis si os proponéis ser prudentes; lirio que crecerá sano y frondoso si pensáis con vuestro espíritu sosegado
aquello que pretendáis hacer. Lirio que os ayudará a no cometer torpezas, a no lastimar,
a no herir el corazón de vuestros hermanos. Lirio que os dará paz porque
cuando se ora y se discierne, es mínima la probabilidad
del error. Vale la pena que no faltéis los días miércoles porque son días que aprenderéis a ser persona, son
días de descarga emocional y de vaciamiento de corazón porque aquí en mi taller
os mostraré las herramientas que os elevan gradualmente a la santidad; herramientas que si son bien
trabajadas os dan perfección en vuestras obras y por ende seréis aceptos a Dios.
Hijos míos:
“dichoso el hombre que ha adquirido
la sabiduría, y es rico en prudencia;
cuya adquisición vale más que la de la plata; y sus frutos son más preciosos que el oro acendrado. Es más apreciable
que todas las riquezas; y no pueden
parangonarse con ella las cosas de mayor estima. En su mano derecha trae la larga
vida, y las riquezas y la gloria en su izquierda. Sus caminos son caminos deliciosos, y llenas de paz
todas sus sendas. Es el árbol de la vida para los que echaren mano de ella;
y bienaventurado el que la tiene
asida”1.
Cultivad el lirio
perfumado de la prudencia siendo demasiado moderados en vuestro hablar y en
vuestro modo de comportaros. Nutríos de su savia y así vuestro corazón estará
exento de todo enojo, estará rebosado de la paz; paz que suelen conservar las
almas prudentes.
El alma dice:
José prudentísimo: el cielo os enriqueció con vuestras
1. Proverbios 3, 13-18
adorables
virtudes, virtudes que os hizo hombre del agrado de Dios, virtudes que os
moldeó a semejanza de Nuestro Creador. Fuisteis dócil a su voz. Os movisteis por inspiración Divina.
Fuisteis alma privilegiada, ya que
Dios os embelleció con sus dones dándoos gracias extraordinarias que a ningún ser sobre la
faz de la tierra se las
concedió; sólo en vos halló
complacencias, sólo en vos encontró
santidad, dignidad para ser esposo de su elegida y padre adoptivo de lo más Amado,
su Único Hijo, Hijo que era descendido al mundo para pagar con su vida una deuda contraída por el pecado.
José prudentísimo:
heme nuevamente en vuestro humilde taller; permitidme tomar asiento en una de
vuestras sillas construidas por vuestras manos artesanales, manos que trabajan
a perfección la madera pero también labráis armoniosamente el corazón de las
almas; almas que no temen acercaros a vos; almas que se sienten inseguras e
insatisfechas consigo mismas; almas que saben que las cosas del mundo son
triviales, caducas, pasajeras; almas que quieren dejar huella; huella
agradable, apacible; almas que añoran pasar como brisa suave por en medio de
las creaturas sin estrépitos, sin ruidos.
José prudentísimo: trabajad mi corazón,
talladlo, pulidlo de tal modo que actúe con paz, con serenidad, con equilibrio.
José prudentísimo: cómo no agradeceros si
cada miércoles sembráis en mi corazón un nuevo lirio; lirio que hace de mi vida
un vergel florecido; lirio que da hermosura a mi alma, bonitura a mi espíritu
porque sois vos quien lo plantáis, sois vos el hijo amado del Padre Eterno, el
único digno de ser padre adoptivo del Salvador que entrega en mis manos y
deposita en mi corazón el lirio perfumado de
la prudencia.
José prudentísimo: que habéis renovado mi vida con vuestra llegada, habéis
transformado mis pensamientos con
vuestros consejos, habéis dado nueva luz a mis
ojos; ojos que ven de manera distinta, ojos que ven lo que antes no podía ver; habéis despertado mi espíritu a otro amanecer; amanecer amenizado por el trinar de los pájaros; amanecer
salpicado de color; amanecer impregnado de vuestro perfume, fragancia que os
hace único, especial; amanecer teñido de alegría porque estáis a mi lado
alentándome a caminar, estáis a mi lado
instándome a levantar mi mirada al
cielo; cielo que me espera , cielo
que prepara un espacio para mí, cielo
en el
que habitáis vos, cielo en el que
os recreáis porque estáis con vuestro Hijo Jesús y con vuestra amadísima esposa.
José prudentísimo:
concededme la gracia de cuidar este
preciosísimo lirio perfumado; lirio que dará paz
y alegría a mi corazón; lirio que
impedirá que cometa torpezas; lirio que
hará de mí, alma prudente; alma que
sepa actuar con sabiduría, decoro; alma que irradie vuestra presencia en mi vida.
José prudentísimo: concededme la gracia de saberos corresponder a
vuestro desvelo de amor. Os relegué la mayor
parte de mi vida, pasé indiferente frente a vuestra presencia; poco me interesé en saber y conocer de vos. Por
mi ingratitud os pido mil y mil veces perdón. Cometí muchísimos errores; fui
osado e imprudente en mis actuaciones pero hoy quiero ser
renovado, ya no deseo ser el mismo
de antes. Estáis muy cercano a mí cambiando el
rumbo a mi vida, dándole
sabor a mi existencia, dándole olor
a mi corazón, corazón que huele a
lirio fresco, lirio refinado, lirio exquisito.
Letanías y oración al
final.
4.
Lirio Perfumado de la Paciencia
Marzo 29/09 (8:30 p. m.)
San José dice:
Hijos míos: mi corazón se exalta de gozo en
este día porque sabe de nuestro encuentro. Hoy madrugué más que ayer, recogí
algunos trocitos de madera, enderecé las patas de una mesa, agilicé algunos
trabajos de entrega y me desocupé rápidamente porque sé que muy pronto
entraréis por las puertas de mi carpintería; tomaréis asiento, abriréis el
cuaderno y escribiréis atentamente cada una de mis palabras; palabras que os
harán más sabios, palabras que calarán en la profundidad de vuestro ser y os
moverán al cambio, palabras que sonarán como cantos armoniosos y os darán
regocijo y quietud a vuestro espíritu.
Hijos amados: os miro cada amanecer del día
miércoles, abrid vuestros ojos, corred las cortinas de las ventanas que adornan
vuestro cuarto y os levantáis apresuradamente, os vestís con traje de gala y
esperáis pacientemente a que llegue nuestra hora convenida; hora en que departimos, compartimos y nos
recreamos; hora que se convierte en
un festín de amor, un encuentro paternal porque al fin uno de mis muchísimos
hijos ha sentido el deseo y la
necesidad de llegar a este humilde carpintero de Nazaret. Heme aquí con un
nuevo lirio perfumado: el lirio de la Paciencia, lirio que irradiará vuestro
corazón de luz; lirio que os dará quietud, sosiego, armonía; lirio que irá destruyendo todo ímpetu, todo
desespero, de tal modo que todo vuestro ser quede impregnado del suave oleaje del Señor; oleaje que os embriagará de su paz, oleaje que os llevará en ascenso hacia el cielo, oleaje que entrapará vuestro corazón como susurros
de brisa suave; oleaje que
adormilará vuestro
temperamento fuerte, irascible haciéndoos mansos; oleaje que os dará la gracia de saber esperar, de no impacientaros por nada, ni por nadie;
oleaje que oxigenará vuestro sistema nervioso dándoos tenacidad, aguante para
que soportéis todo, toleréis todo, ofrezcáis todo.
Venid, pues, hijos
míos: acercaos a mí; oled su
exquisito aroma, su sutil fragancia, inhalad y exhalad porque es Dios quien os
cohabita, es Dios quien os posee, es Dios quien ha propiciado este encuentro,
es Dios quien ha susurrado en vuestro corazón y por eso estáis aquí;
es Dios quien os atrajo como imán hacia mí;
es Dios quien os ha abierto el entendimiento para que hoy, miércoles
josefino, recibáis otra gracia: un nueva virtud, virtud de la paciencia que
aquietará vuestro espíritu, desahogará vuestra alma y descansará vuestro
corazón; virtud que os aquilatará, os refinará como oro y plata; virtud que os
encaminará y os equipará para que aceptéis con amor y resignación todo lo que Dios se digne enviaros.
Abrid, pues, vuestros corazones hijos míos,
porque quiero plantar el lirio
perfumado de la paciencia; lirio que
os embellecerá, aún, más porque os hará semejantes a Jesús, mi Hijo Amado. Hijo
que siempre se mantuvo firme en sus
pruebas; Hijo que no renegó ante el sufrimiento;
Hijo que jamás cuestionó la Voluntad
de su Padre Eterno. Hijo que oró y
conservó la calma en los momentos
difíciles de su vida. Hijo que aprovechó cada situación para crecer, aún, más.
Hijo que os llama a vosotros también a hacer lo mismo, a ofrecer vuestras penas
del cuerpo, del alma y del espíritu; penas que os refinarán y os harán, aún,
más fuertes. Esforzaos, pues, en cultivar este preciosísimo lirio perfumado; es
demasiado delicado, cualquier oleaje lo
puede
deshojar, cualquier brisa medio fuerte lo puede marchitar; abonadlo
diariamente, podadlo porque la maleza puede llegar a él y destruirlo.
Hijos míos: salid por hoy de mi carpintería; se nos hace tarde. Id a
vuestras casas, a vuestros lugares de trabajo y haced que se os note, sin
pronunciar palabra, que sois dueños y poseedores del escasísimo lirio perfumado
de la paciencia.
El alma dice:
San José, espejo de paciencia; esta mañana
me levanté ansioso de que llegase la hora de nuestro encuentro. Hora en que
aprendo mucho más de lo que es la vida; hora en que el sol me calienta más con
sus rayos; hora en que mis tres potencias: cuerpo, alma y espíritu se abren al
unísono prontas en recibir vuestras gracias; hora en que guardo mi reloj para
olvidarme del tiempo; hora en que escucho vuestra voz como murmullo de Ángeles;
hora en que el Espíritu Santo desciende sobre mí y me embellece con su luz, con
sus reflejos plateados como señal, también, de su presencia.
San José, espejo de paciencia: ha llegado
el momento de tocar afanosamente las puertas de vuestra carpintería, puertas
que se abren al primer toque, puertas
que son bellamente adornadas cuando os
veo asomar, cuando os veo aparecer con vuestro delantal, aún, puesto, sosteniendo
dulcemente en vuestros brazos al Niño Jesús. Niño que cuidáis con esmero
porque, aún, no ha dado sus primeros
pasos. Niño que tan sólo balbucea la palabra
Abba que significa Padre. Niño que se obnubila ante vuestra gran sabiduría. Niño que se enternece con vuestros
mimos, con vuestras caricias. Niño que os abraza, se aferra a vos porque
teme caerse. Niño que se
entretiene con sus
juegos infantiles mientras vos trabajáis, mientras cumplís con vuestro oficio
de carpintero. Niño que aprende vuestro oficio viéndoos. Niño que cuando crezca
os dará descanso con su trabajo. Niño que labrará con sus venerables manos la
madera ¡Dichosa madera que será tocada por las manos Sagradas del Hijo de Dios!
¡Dichosa madera
que será tallada por el labrador del
cielo en la tierra! ¡Oh, si supierais hablar estallaríais en cantos
de adoración y de alabanza! Porque habéis sido tocada, tallada por las manos
del Maestro. Maestro que a la edad
de treinta y tres años habría de cargar sobre sus delicados hombros el pesado madero de la cruz. Maestro que sería crucificado convirtiendo la cruz en
el Madero Victorioso, porque tres días después de su muerte resucitaría
para nuca más dejarnos solos, huérfanos.
San José, espejo
de paciencia: mi corazón se agita de
emoción al saber de que otro lirio
perfumado habéis sembrado dentro de mí: el lirio
de la Paciencia. Lirio que
controlará mis ímpetus, mi euforia; lirio que dará frescura y
lluvia temprana cuando me enervo por
el desespero; lirio que soplará suavemente en
mí y refrenará mi cólera, mi
enojo; lirio que inundará de la paz
de Dios todo mi ser; paz que me conllevará a aceptar el sufrimiento,
paz que me conducirá a soportar las
imprudencias de mis hermanos, paz
que exaltará mi corazón de gozo;
gozo porque algo nuevo está ocurriendo en mí;
gozo porque cada lirio que plantáis en mi corazón es otra gracia, otra virtud que
me adorna, me embellece; gozo porque sé que un prodigio del Amor Santo y
Divino ha engalanado mi espíritu,
espíritu que toma más luz; espíritu que se hace más radiante, más luminoso, más
fluorescente porque la llama que hay
en mí
arde con mayor fuerza, con más
ímpetu.
San José, espejo
de paciencia: tarde os amé hermosura;
pero mi corazón es consolado porque
a lo menos os conocí en vida; vida que es tallada y labrada por
vuestras manos; vida que ha sido
transformada porque desde que llegasteis a mi
lado, algo diferente se produjo dentro de mí.
San José, espejo de
paciencia: sosegad y aquietad mi espíritu cuando se exalte, sosegad y aquietad
mi corazón con el lirio perfumado que lo adorna, lo embellece.
Ayudadme
amadísimo José a que todas las almas que caminen a mi alrededor aspiren su
profuso aroma, aroma que es prueba fidedigna de vuestra presencia en mi vida.
Letanías y oración al
final.
5.
Lirio Perfumado de la Fortaleza
Marzo 29/09 (2:30 p. m.)
San José dice:
Hijos míos: hoy es miércoles de alegría para
cada uno de mis devotos; miércoles
de fiesta porque en mi taller
encontráis sabiduría que muchos libros no os dan. En mi taller recibiréis perlas de oro fino que os dan gran riqueza
espiritual; en mi taller, vuestros pensamientos son moldeados de acuerdo a los preceptos de
Dios; en mi taller bajaréis vuestra
mirada y veréis vuestro corazón desnudo, corazón aferrado a muchas de las cosas
del mundo; corazón, aún, débil en la fe; corazón pusilánime para emprender la marcha por otro camino; corazón
temeroso de despojarse de arandelas, tapujos; adornos que camuflan vuestra
verdadera identidad. Corazón que requiere ser fortalecido para los momentos de
prueba, de crisis; momentos en que
todo aparenta estar perdido: momentos de dolor, de llanto, de impotencia, de soledad.
En mi taller,
hijos míos, recobraréis fuerzas y ánimo para seguir luchando; ánimo para vencer
obstáculos, quitar barreras; ánimo para no dejaros amilanar en las tempestades
recias; ánimo para pasar por en medio del fuego si fuese necesario; fuego que
no os podrá quemar, fuego que no arderá en vuestra piel porque estáis
revestidos de la coraza de Dios; coraza que os hace invencibles, fuertes,
victoriosos; coraza que os hace resistentes a los dardos del maligno; coraza
que es escudo frente a todo miedo.
En mi taller,
hijos míos, os entregaré mi vara.
Vara que sostuve en mis manos cuando los sacerdotes pedían una
señal del cielo; vara que os servirá como báculo, soporte; vara que será como
bastón en vuestros viajes, en vuestro
ir y venir de vuestra vida.
En mi taller,
hijos míos, perderéis el miedo para enfrentar vuestros problemas cotidianos;
recibiréis luces del cielo para que salgáis airosos en vuestras dificultades,
en vuestros embrollos.
En mi taller,
hijos míos, recibiréis el lirio perfumado de la fortaleza. Lirio que se llevará
vuestra cobardía para que asumáis con entereza los ataviares de vuestra vida.
Lirio que fortalecerá vuestro carácter para que obtengáis templanza en vuestras
pruebas. Lirio que fortificará sutilmente vuestro espíritu para que no
vociferéis, no reneguéis cuando seáis probados; probados para ser refinados;
probados para ser acrisolados, purificados; probados para que os ganéis el
cielo; cielo abierto para las almas valerosas, almas guerreras de Dios que
supieron batallar, vencer al enemigo.
Abrid, hijo
amado, vuestro corazón que procederé a sembrar este esbelto lirio; lirio que os perfumará, de la
fragancia del Señor, todo vuestro ser. Lirio que os llevará a
arriesgarlo todo, a dejarlo todo por el Todo.
Lirio que es arma del cielo, arma que aniquilará, destruirá a los amigos del mal, arma que os mostrará como a hijos de
Dios con temple, fuerza; hijos a los que nadie les hará daño porque están
revestidos de la coraza celestial.
Coraza que os hace inmunes frente a todo ataque u hostigamiento.
Mirad, pues, que
hoy os llamo a permanecer fortalecidos en el
Señor, a dejar atrás vuestros miedos. Recordad que el amor echa afuera
el temor; os llamo a no rendiros, a no dejaros
vencer; os llamo a que superéis cualquier obstáculo. Con Dios a vuestro lado,
con Dios en medio podréis saltar
vallas, podréis derribar muros.
Hijos amados: proteged mi lirio perfumado con la oración; oración que debéis hacer desde lo más profundo
de vuestro corazón; oración confiada, oración sentida, oración en la que
pidáis al Señor muchísima fuerza para
no mirar hacia atrás, para no amilanaros en la mitad del camino; camino que, aún, os falta algo por
recorrer, camino cercano a las puertas del cielo.
Mi lirio
perfumado de la fortaleza os hace guerreros valientes de Cristo. Cultivadlo,
podadlo, abonadlo.
El alma dice:
José fortísimo:
gracias por saetar mi corazón con vuestro amor. Amor que hace que llegue a vos,
los días miércoles; días en que las puertas de vuestro taller se hallan
abiertas; abiertas para que todas las almas necesitadas de vuestros auxilios
Divinos acudan a vos. Almas que esperan ser abrazadas, consoladas, alentadas;
almas que se sienten solas sin una compañía que les brinde apoyo, seguridad.
José fortísimo:
hoy he venido a entregaros mis miedos, mis temores; soy débil,
flaco en mi fe; necesito que, vos
padre adoptivo de Jesús,
me ayudéis a levantar, a caminar sin riesgos de caer o de tropezar.
José fortísimo:
Dios os revistió de coraje, de fuerza para proteger a su Hijo y a la Madre del
Salvador; supiste sortear todo tipo de peligros; los defendisteis, os sentías
seguro porque llevabais a Dios en vuestro corazón; hicisteis de Él vuestro
refugio, vuestra fortaleza.
San José: concededme la gracia de sentirme
fuerte; fuerte para batallar, guerrear contra los espíritus del mal; fuerte
para saber vencer tentaciones; fuerte para rechazar todo tipo de pecado; fuerte
para no dejarme arrastrar por cualquier viento de doctrina; fuerte para
defender mi fe, mis principios; fuerte para no decaer ante las dificultades;
fuerte para levantarme si por desgracia caigo.
Sé que en vuestro corazón hay un deseo fuerte de hacerme santo, un
firme propósito de sustraerme del mundo, por eso me educáis en la fe, me
formáis para que no sucumba en el error; error que es nefasto para quien ha
caído en él. Estoy dispuesto en seguir vuestro camino, camino que me conduce al
Padre y por ende al Hijo; camino de renuncias, de sacrificios; camino
embellecido de rosas; rosas que clavan sus espinas en mi corazón, pero emprendo
la ruta; ruta que me lleva a la consecución del premio que se me tiene
prometido.
Heme aquí con
las puertas de mi corazón
abiertas, corazón que ansiosamente
espera que llegue el momento en que
sembréis el lirio perfumado de la fortaleza.
Lirio que cambiará mi vida. Lirio
que hará de mí un ser nuevo, lirio que me empujará
a lanzarme al encuentro con Dios
Padre. Padre que ceñirá en mi dedo
un anillo como pago a mis renuncias.
Padre que calzará mis pies con las
sandalias del vencimiento para mí mismo. Padre que
quitará de mi
cuerpo los andrajos del pecado para vestirme con trajes de gracia. Padre que
extenderá sus brazos para estrecharme en su seno
Paterno. Padre que llora cuando uno de sus hijos se extravía de su camino.
Amado San José:
vos que estáis fortalecido por la gracia
de Dios, ayudadme para que sepa llegar a la
meta, para que el cansancio y el desaliento no sean obstáculos en mi caminar, para que siempre mire hacia el cielo anhelando habitar en una
de sus moradas, para que obre siempre según el
Santo Querer de Dios.
San José: vos
que sois modelo insigne de fortaleza, enseñadme la forma de cuidar el lirio
perfumado de la fortaleza que habéis sembrado en mi corazón, temo que se
marchite, temo que pierda su tenue y exquisita fragancia, temo que su colorido
se vaya destiñendo hasta quedar una vara seca.
Me moriría de
dolor, dejar que uno de vuestros lirios pierdan su vida porque es desmembrar partes de vuestro ser, ya que son
las mismas virtudes que os adornan, las mismas gracias que concedéis a
mi pobre corazón; corazón que, hoy día miércoles, ha sido embellecido; corazón que ha sido rebosado con vuestro puro y casto amor; corazón que
posee el más bello jardín; corazón
que empieza a oler a santidad, a cielo.
Regreso feliz a
mis ocupaciones diarias porque un lirio perfumado más, acicala mi vida
espiritual.
Letanías y oración al
final.
6.
Lirio perfumado del Silencio
Marzo 30/09 (2:10 p. m.)
San José dice:
Hijos míos: venid hacia mí. Estoy ansioso en abrazaros, en
arroparos con la pureza de mi mirada, mirada virginal
que os llama a un
cambio; mirada virginal que os muestra un camino seguro de entrada al cielo;
mirada virginal que os suelta de vuestras cadenas para que emprendáis vuelo.
Mirada virginal que os purifica por dentro, os perfuma, os unge para que seáis
cicatrizados, sanados.
Hijos míos: depositad en mis manos
vuestra vida interior, vida que ha de
ser moldeada y tallada, vida que ha de
salirse del ruido estrepitoso para sumergirse en los sonidos del silencio; sonidos que hablan
por sí solos; sonidos que sin emitir vibraciones son armoniosos, melodiosos, agradables al oído; sonidos que son murmullos
celestiales que suenan para acompasar al viento,
a la lluvia, al movimiento de los
árboles, a las hojas secas que golpean suavemente al caerse del frondoso árbol.
Una vez hayáis
entrado en mi taller se cerrarán
las puertas; puertas que absorberán el ruido,
el sonido desarmonioso de afuera. De aquí (dentro de vuestro espíritu) saldrá,
volará a la Casa del Padre Eterno.
Vuestra alma gozará de paz, paz que no hallaréis si no silenciáis vuestra mente
y vuestro corazón; corazón que encontrará descanso, regocijo.
Hijos amados:
¿qué tal la habéis pasado desde nuestro último encuentro? Contadme que fue
aquello que perturbó vuestro corazón, cuales fueron las cusas para que os
sintierais solos; cual fue el motivo, aquél, que os hizo sonreír.
Hijo querido: abrid vuestro corazón que lo
purificaré con mi respiro, con mis lágrimas porque mi corazón se regocija
cuando estáis alegre, se entristece cuando estáis nostálgico, experimenta
vuestros mismos sentimientos e iguales emociones porque os amo, porque sois
importantes para
mí; porque ya es una necesidad vuestra presencia, nuestra cita cada día
miércoles; miércoles en que arreglo, barro y limpio mi humilde carpintería para
que la encontréis agradable, acogedora.
Un buen padre se
preocupa por el bienestar de sus
hijos y a vosotros os amo con el mismo
amor con que amé a Jesús; os cuido con el mismo interés.
Amados hijos: ha llegado el momento
de plantar en vuestro corazón un
nuevo lirio: el Lirio del Silencio.
Lirio que os enseñará a hablar sólo lo necesario.
Lirio que pondrá una aldaba en vuestra
boca para que no pequéis por exceso
de palabras. Lirio que os dará mesura en vuestro
hablar. Lirio que os ascenderá en vida
interior. Lirio que os despertará gusto por los momentos apacibles. Lirio que
os irá sustrayendo del ruido, ruido que es gangrena para vuestro corazón,
dispersión para vuestro espíritu y tedio para vuestra alma. Lirio que hará de
vosotros hombres y mujeres sabios. Lirio que os propiciará encuentro a solas
con Dios; Dios que os hablará el día que aquietéis vuestro corazón. Dios
que os hablará el día que silenciéis vuestras tres potencias: cuerpo, alma y
espíritu. Dios que os comunicará sus gracias y algunos de sus favores Divinos,
si aprendéis a escucharlo; porque: ¿Cómo queréis entablar un diálogo de corazón
a corazón si no os silenciáis, si no le dais la oportunidad al Señor
para que os hable?
Hijo mío: el lirio perfumado del silencio
crecerá y florecerá en vuestro corazón si acalláis vuestras potencias para que
seáis sumamente receptivos a todo lo que el cielo os diga; cielo que utiliza
diversos modos para llegar a sus creaturas.
Así es pues, que no
le dejéis marchitar con los sonidos
estrepitosos de
vuestro corazón, no le dejéis morir con el ruido desarmonioso que os ensordece,
os achica.
Recordad que cada
vez que llegáis a mí, Dios obra maravillas según sea vuestra apertura, según
sea vuestra disposición para recibir sus gracias; gracias que derrama en
vuestro corazón en forma de lirios perfumados; gracias que os van haciendo más
semejantes a Cristo; gracias que os hacen exudar olor de santidad.
El alma dice:
Amado San José: ¡Qué alegría hay en mi corazón, al saber que os tengo cerca!, muy torpe fui al haberos apartado de mi vida por tantos
años; pero hoy, que la Virgen María me ha hablado de su castísimo esposo, ya no quiero separarme de vos el resto de días que esté acá en la tierra. En vuestro taller descubro el gran valor que tiene la vida,
vida que debe estar en continuo
cambio y en una constante búsqueda,
búsqueda de la Patria del Cielo.
En vuestro taller encuentro lo que el mundo
no me da: alegría verdadera, paz y deseos de seguir viviendo.
En vuestro taller mis sueños se hacen
realidad, ya que me mostráis la bondad de Dios, su extrema misericordia para
con los pecadores; almas ciegas a su magnificencia y sordas a su voz.
En vuestro taller mi entendimiento se abre para comprender los Misterios Divinos.
Misterios dados a conocer a las almas sencillas, almas de corazón puro.
Misterios que son un anticipo de lo que es el Cielo. Misterios que exigen
de mí una conversión de corazón, un
cambio radical en mi vida. Misterios que excitan mi alma a encontrarme con Dios
en las cosas simples. Misterios que hablan de una eternidad, de una vida mucho
mejor que ésta. Misterios que vivisteis cuando estuvisteis acá en
la tierra.
Misterios que os llevó a entender la elección que Dios había hecho en vos.
Misión de ser custodio y protector del Niño Jesús y por ende de vuestra
fidelísima esposa.
En vuestro taller
mi corazón se ensancha al Amor Santo y Divino. Amor que hechiza mis sentidos.
Amor que me obliga a suspirar deseando estar en el cielo. Amor que me
transforma, me renueva evitando toda culpa, rehuyendo al pecado, pecado que es
ruptura del alma con Dios; pecado que por donde pasa deja huella de malestar,
sinsabor, zozobra.
Patriarca san José: heme aquí cumpliendo con nuestra
cita; heme aquí anhelante en parecerme
a vos. Heme aquí con vivos y ardientes
deseos de ahondar en mi vida
interior; conducidme, mi amado San
José, a las penumbras del silencio;
penumbras que destaparán mis oídos
para escuchar la voz de Dios;
penumbras que extasiarán mi espíritu
en éxtasis de Amor Divino; penumbras
que son viento suave, lluvia fresca; penumbras que unirán mi ser finito
con el Ser Infinito; penumbras que son sonidos perfectos tocados con maestría;
penumbras que me llevan a huir del
ruido, del rumor estentóreo; penumbras que me
conducen a amar los sitios apacibles, sitios adornados de árboles,
flores, cascadas; sitios que eleven mi ser
a la contemplación y a la mística; sitios en los que resida Dios; sitios con olor a Ángeles.
Ya he abierto mi corazón, ya podéis sembrar en él, el lirio perfumado
del silencio. Ya es hora que lo embellezcáis, aún, más. Vuestras manos tallan
espléndidamente mi corazón como cuando labráis la madera para darle forma. El
lirio perfumado del silencio me embriaga de amor, arroba mis sentidos hacia el
cielo.
El
lirio perfumado del silencio me lleva a hablar menos, a hablar lo más
importante, lo que edifique, lo que construya.
El lirio
perfumado del silencio acrecienta mi vida
interior. Es aroma que seduce, que enamora.
El lirio
perfumado del silencio me cautiva dulcemente hasta comunicar con mis gestos
sólo amor, sólo ternura.
El lirio
perfumado del silencio sutilmente me lleva a la profundidad de los Misterios
Divinos, hace que repudie lo superficial.
El lirio
perfumado del silencio hace que sea prudente, agradable frente a los demás, por
donde pasa deja huellas de su perfume, de su fragancia cautivadora.
El lirio perfumado del silencio hace que las palabras sobren, las
miradas se convierten en lenguaje expresivo, elocuente.
Letanías y oración al final.
7.
El lirio Perfumado del Amor de Dios
Marzo 30/09 (7:00 p.
m.)
San José dice:
Hijos míos, vaciad vuestro corazón de todo
aquello que no sea de Dios y llenadlo de su amor. Amor incomparable al amor
terreno. Amor que no tiene medida ni peso, es infinito, inabarcable. Amor que
supera todo, lo inflama todo. Amor compasivo, misericordioso. Amor sanador,
liberador.
Estoy ansioso de veros entrar por las
puertas de mi taller, tengo muchas cosas lindas que deciros, muchos secretos que
revelaros. Venid un poco más temprano que de costumbre, quizás el tiempo no nos
alcanzará, no os preocupéis por vuestro alimento; os tengo un pedazo de pan,
pescado y un poco de vino. Cenaremos juntos y
traeremos a la
mesa un tema que os parezca ameno, constructivo, edificante. Después, oraremos
juntos, agradeceremos al Señor sus múltiples bendiciones concedidas, hoy
miércoles, día dedicado a mi culto, a mi veneración.
Os espero pronto
para abrazaros, aconsejaros y felicitaros, día a día vuestro hombre terrenal va
perdiendo sus rasgos, día a día os hacéis más semejantes a Cristo, día a día os
vais identificando más con su Palabra; Palabra que os esforzáis en llevarla en vuestra
mente, en vuestros labios, en vuestro corazón.
Mi capullo, venid ya, quiero sembrar en vuestro corazón el Lirio perfumado del
Amor de Dios. Lirio que arrancará de cuajo vuestra soberbia, vuestro egoísmo.
Lirio que perfumará los lugares más profundos de vuestro ser. Lirio que os
sacará de las cosas del mundo para que améis los asuntos de Dios. Lirio que os
despojará de vuestras liviandades, vanaglorias e idolatrías para que le améis a Él solamente; para que
consagréis vuestro cuerpo, alma y espíritu a su
servicio; para que no penséis
en nadie más que sólo en Él. Lirio
que renovará vuestro corazón, corazón que ya
no podrá ser el mismo una vez le conozcáis. Lirio que os rejuvenecerá
porque el Amor de Dios os purifica,
os hace nuevos, os hace semejantes a Él, ya
que fuisteis moldeados por sus venerables manos, fuisteis entretejidos en el vientre de vuestra madre; madre
también creada por Él, formada por Él.
Una vez el
lirio perfumado del Amor de Dios esté sembrado en vuestro corazón, vuestra
mirada cambiará tornándose más lúcida, más genuina, más transparente; vuestro
rostro resplandecerá porque es Dios quien os posee, es Dios quien os cohabita,
es Dios quien os ha
llamado a ser
distintos, es Dios quien os sacó de en medio de una muchedumbre para que le sirváis como siervo inútil, es Dios
quien obra grandemente en vuestro
corazón cuando encuentra apertura, disposición. El lirio perfumado del Amor de
Dios os dará semblante de santidad, de benignidad.
El lirio perfumado
del Amor de Dios ablandará vuestro corazón haciéndoos sensibles a su voz.
El lirio perfumado del Amor de Dios os
arrebatará de la tierra para el cielo, os sacará del mar de la mentira y os
sumergirá en manantiales de la verdad; os sacará del cuarto oscuro para que
veáis la luz, contempléis sus obras, os recreéis con la perfección como las
creó.
El lirio perfumado del Amor de Dios os da garantía de salvación, de
vida eterna; os abre un espacio en el cielo para que en él habitéis.
El lirio perfumado del Amor de Dios os
transforma de tal manera que vuestros hermanos noten algo diferente en
vosotros.
El lirio
perfumado del Amor de Dios os hace exquisitos en las obras buenas, pensáis más en darle gloria a Él, olvidándoos en agradar a los hombres.
El lirio
perfumado del Amor de Dios os motiva a correr hacia la meta, a luchar para
ganaros el premio.
Amados míos: vuestro corazón ha sido adornado con el lirio más
selecto del cielo, cultivadlo: mañana, tarde y noche; estad pendiente de
su florecimiento; su perfume es distinto a los demás; es más tenue, más delicado, más fino. El
cielo os ha enriquecido con el lirio perfumado del Amor de Dios.
Teniéndolo a Él, no careceréis de nada.
El alma dice:
San José bendito: gran beneplácito hay en mí, porque un
nuevo lirio habéis
sembrado en mi corazón: el lirio perfumado del Amor de Dios. Amor que deseo
darle con suma generosidad porque Él es mi Padre. Amor que le consuele porque
muchas almas le desprecian. Amor que sobrepasa todo límite, toda profundidad
porque el amor que Él suele darnos es ilimitado e incondicional. Amor Divino
que sobrepasa el entendimiento humano hasta el punto de enviar a su Hijo Único
para la redención del mundo.
San José bendito:
otorgadme el don de amar a Dios con amor infinito, de entregarme sin reserva,
de ofrendarme como hostia viva en reparación por todas las ofensas que recibe
de las creaturas.
San José
bendito: purificad todo mi ser con vuestro aroma de santidad, aroma que se
lleve todo olor fétido producido por el pecado; aroma que drene todo mi ser
para ser limpiado de toda infestación del mal.
San José bendito:
sois bondadoso al sembrar en mi corazón el lirio perfumado del Amor
de Dios. Amor Divino que hará de mí un
ser diferente. Amor Divino que extasiará mi espíritu provocando en mí ansias de cielo. Amor Divino que me llevará a amarle más y más hasta querer
morir de amor por Él. Amor Divino que irrumpirá y derribará con mis esquemas, con mis pensamientos. Amor Divino que me seduzca hasta abrazar la cruz.
San José
bendito: tomadme de vuestras manos y llevadme hacia Jesús porque le quiero amar, le quiero glorificar, le quiero
adorar, le quiero reconocer como a mi Señor,
Señor que haga de mí su súbdito, su siervo.
San José bendito:
haced de mi corazón un manantial de agua fresca, agua que rocíe como susurros
de brisa suave el lirio perfumado que ahora embellece mi alma; alma
nítida, alma
cristalina, alma que se asemeje a un espejo reluciente por su limpieza, alma
pura que ame sólo a Dios, alma que le alabe por sus obras, alma que le
glorifique por sus proezas, alma que le ensalce por su magnificencia.
Mi amado San José:
vuestros lirios perfumados son lecciones
de santidad,
lecciones que me conllevan a la adquisición de vuestras virtudes. Lecciones que
modifican mis pensamientos y actuaciones. Lecciones ricas en Sabiduría Divina.
Lecciones que hacen de mí un alma inteligente, despierta, presurosa en ganarme
el cielo.
Lecciones que
sobrepasan al valor del oro y de la plata. Lecciones que elevan mi estatura
espiritual.
Mi amado San José: mi corazón palpita con
ímpetu al saber que otro lirio hay dentro de mí, lirio que hará que deteste las
cosas del mundo y ame las del cielo. Lirio que fijará mis pensamientos sólo en
Dios. Dios que se merece todo mi amor, mi entrega, mi servicio. Dios que
restaura mi vida. Dios que espero encontrar el día que cierre mis ojos en esta
vida y los abra en la eternidad. Dios que ha de ser la razón de mi existir.
El lirio
perfumado del Amor de Dios me lleva a amar la austeridad, la penitencia, el
ayuno y el sacrificio.
El lirio
perfumado del Amor de Dios es medicina para mi corazón, medicina que alivia mis
enfermedades físicas, espirituales y morales.
El lirio perfumado del Amor de Dios me lleva
a la ruptura total con el mundo, mundo que dice dar felicidad, mundo que cree
tener la verdad absoluta, mundo superficial; mundo lleno de bruma, tinieblas,
oscuridad; mundo falaz, mundo que tiene una entrada secreta al infierno.
El lirio perfumado
del Amor de Dios hace que repudie el
pecado, las cosas vanas, lisonjeras.
El lirio perfumado
del Amor de Dios rebosa mi corazón del verdadero amor, plenifica mi espíritu de
la paz eterna, eleva mi alma al gozo celestial.
El lirio
perfumado del Amor de Dios huele a misterio insondable de la Santísima
Trinidad, tres personas distintas en una sola.
El lirio perfumado del Amor de Dios prepara
mi corazón para amarle en la tierra y adorarle en el cielo.
Letanías y oración al final.
8.
El lirio Perfumado del Discernimiento
Marzo 31/09 (10:00 a. m.)
San José dice:
Hijos míos: abrid bien vuestros ojos para
que no seáis seducidos de falsos espejismos, caminad despiertos
teniendo sumo cuidado de no caer
para que no perezcáis “sed sobrios,
y estad en continua vela; vuestro
enemigo el diablo anda girando como
león rugiente alrededor de vosotros, en busca
de presa que devorar.”2 Manteneos,
pues, firmes en vuestra fe, en las enseñanzas que recibisteis de vuestros padres; no os dejéis desviar del camino verdadero que os conduce a Dios,
no os dejéis tambalear por cualquier
viento de doctrina, arraigaos en la roca
firme que es Cristo. Roca que os fortalecerá. Roca que os mantendrá en la verdad,
verdad que os hará libres. Os espero en mi humilde
taller. Os tengo reservada una nueva gracia, gracia que os evitará ahogaros en el error, en la mentira. Gracia que iluminará vuestro entendimiento para que no tropecéis, para que no acojáis
doctrinas llamativas y extrañas.
Adornaré la tarima de mi carpintería con bellos lirios
2. (1 Pedro 5,8)
frescos. Lirios
que son bondad de nuestro Dios. Lirios que recrean vuestra vista para que le
adoréis por la perfección de sus obras. ¿Sabéis alma mía? Os tengo reservado un
lirio lleno de donaire, de gracia: el Lirio del Discernimiento. Lirio que
revolucionará vuestra vida porque a través de él empezaréis a distinguir lo que
proviene de Dios o lo que viene del enemigo. Dilucidaréis lo que es luz u
oscuridad, lo que es dicha o desgracia, lo que os trae bendición o maldición.
El lirio perfumado
del discernimiento os llevará a descubrir falsos profetas, profetas que dicen
ser enviados de Dios cuando en verdad son emisarios del diablo.
El lirio
perfumado del discernimiento os vestirá de luz celestial, jamás caeréis en
pozos oscuros, pozos fangosos que os entorpecen, os enlodan.
El lirio perfumado
del discernimiento os quita telarañas y escamas de vuestros ojos para que veáis
la verdadera luz; luz que desciende del cielo y os cobija para que no seáis
engañados, seducidos.
El lirio
perfumado del discernimiento os da la gracia de identificar máscaras,
antifaces.
El lirio perfumado del discernimiento os
llena del resplandor celestial del Espíritu Santo. Espíritu de Dios que os
guía, os muestra, os alerta. Espíritu de Dios que os concede la gracia de mirar
más allá de lo que otros no pueden ver.
El lirio perfumado
del discernimiento os lleva a profundizar en los misterios sin fanatismo, sin
exageración.
El lirio
perfumado del discernimiento os sustrae de la aparente religiosidad, del
superficialismo moral.
El lirio perfumado del discernimiento cierra vuestros
oídos a la
mentira, a lo nebuloso; a lo que aparentemente es, cuando en verdad no lo es.
Hijos míos: venid,
pues, a mi sencillo taller; abrid
vuestro corazón que quiero embelleceros, aún, más con este lirio predilecto del
cielo; fijad vuestra atención en él.
Embriagaos con su perfume, admiraos de su belleza, abismaos por su colorido y
delicadeza; sentíos almas privilegiadas ante la
generosidad de Nuestro Señor. No soy yo
quien os lo regala, es Él
quien permite este encuentro. Es Él, que desde mucho antes de vuestra
concepción ya tenía el día, el
año y la hora señalada. Es
Él, quien os quiere formar, educar para que no
sucumbáis como tantas almas que creen estar en
la verdad cuando yacen en la mentira;
almas que se dejan llevar de su emotivismo
engañoso; almas que creen que han sido elegidas para obras grandes cuando en los planes de Dios no estaban predestinadas para tal propósito.
Hoy miércoles josefino, habéis sido enriquecidos
con el lirio perfumado del discernimiento. Lirio costosísimo, selecto. Lirio
que sólo algunas almas, por Misericordia Divina, pueden tener su fragancia;
abrirá vuestras tres potencias a la verdad; su hermosura os mantendrá
despiertos para que no seáis engañados.
El alma dice:
San José, hombre del discernimiento: heme aquí de nuevo ante vuestra
presencia; presencia que da paz a mi corazón,
quietud a mi espíritu y desahogo a mi alma; presencia que arroba mis sentidos para eclipsarlos; presencia
que me purifica de todo pecado;
presencia que abre mis ojos para
descubrir el error, la mentira, el engaño, la equivocación. San José, hombre del
discernimiento: heme aquí de nuevo ante vuestra presencia porque quiero aprenderme el
camino
que me lleva al cielo; deseo ahondar en los Misterios Divinos; anhelo encontrar
respuestas, ansío moverme siempre dirigido por el Espíritu Santo.
San José, hombre del discernimiento: no os apartéis un solo instante de
mi vida; dejad impresas vuestras huellas en mi corazón, huellas que me lleven a
seguiros, a vivir vuestras santas virtudes para poder llegar al cielo.
San José, hombre del discernimiento: guiadme
siempre por el buen camino; haced que
mi corazón palpite con fuerza cuando
esté a punto de perecer.
San José,
hombre del discernimiento: haced que camine con mis sentidos dispuestos en encontrar
la verdad, haced que rechace las filosofías llamativas y extrañas, haced que no tambalee al escuchar conceptos que muy en
el fondo de mi corazón sé que
son mentiras, errores.
San José,
hombre del discernimiento: avisadme cuando esté a punto de ser engañado,
sustraído de la verdad; no permitáis que camine en el bando de los desdichados.
San José, hombre del discernimiento: rogad a
Dios para que el Espíritu Santo aletee sobre mí para que viva en un continuo
Pentecostés, en una constante fiesta, en un perenne gozo.
Amabilísimo José: gracias por haber abierto las puertas de vuestro
taller, por tenerme en cuenta en este día, día en que mi corazón
salta de júbilo porque vos siempre lo adornáis con uno de vuestros lirios
perfumados. Lirios que inflaman mi espíritu de vuestro amor. Lirio que
abre mi entendimiento porque una gracia sobrenatural
derramáis sobre mí. Lirio que excita
mi corazón en abrirlo a vuestros consejos. Lirio que me evita caídas, descalabro y suicidio espiritual. Lirio que
corre las cortinas del cielo para que os vea.
Amabilísimo José: en vuestro
corazón hay torrentes de agua viva, torrentes que limpian mi ser dejándolo nuevo; torrentes que
barren con mis impurezas, con mi suciedad. Amabilísimo José: sois generoso en mostrarme las maravillas del cielo; en enseñarme a morir a mí mismo para nacer a una nueva vida
interior, vida que sea un himno de alabanza; himno salmodiado, cantado con maestría.
Amabilísimo
José: ¡Cómo no amaros si pensáis en mí!
¡Cómo no amaros si sois el fiel esposo de
María! ¡Cómo no amaros si sois el padre adoptivo, el elegido del Padre Eterno
para custodiar a su Hijo Único! ¡Cómo no amaros!, me embellecéis con uno de
vuestros lirios. Lirios que cuidaré con amor. Lirios que son una pequeña
semblanza de lo que es el cielo. Lirios que son la muestra de la perfección de
Dios. Lirios que me elevan en santidad y en virtud. Lirios que unen mi corazón
al vuestro. Lirios que me hace cómplice para atraer a muchas almas a vuestro
taller, a vuestra humilde carpintería; lugar silencioso en el que se aprende;
lugar perfumado en el que me extasío; lugar santo que me acerca al disfrute del
gozo eterno.
Amabilísimo
José: en vuestras manos jamás tendré
pérdida porque fuisteis cohabitado por Dios, fuisteis adornado de singulares
virtudes, fuisteis el esposo de la Madre del
Salvador.
Mi amado San
José: llegasteis a mi vida para transformarla. Llegasteis a mi vida para
infundirme más devoción hacia vos. Llegasteis a mi vida para perfeccionarla.
Llegasteis a mi vida para enseñarme a acoger lo bueno, lo que sí vale para el
cielo.
¡Qué privilegiado
soy al llevar en mi corazón el lirio perfumado del discernimiento! Lirio que
robustecerá mi
espíritu para
identificar el bien del mal.
Letanías y oración al final.
9.
El lirio Perfumado de la Docilidad
Abril 1/09 (10:20 a. m.)
San José dice:
Hijos míos: Hoy
os tengo una gracia reservada para daros. Ya veis ¡cómo es de grande Nuestro
Dios, cómo es de compasivo y misericordioso, ni una hoja del árbol se mueve sin
su Voluntad!
Venid, pues,
amigo del alma; os espero, es miércoles, día fijado por la Iglesia para mi
culto, mi veneración.
Tengo
muchísimas cosas para contaros, deseo inmenso de estrecharos entre mis brazos y expresaros todo el amor que os tengo, la emoción que siento cuando os escucho
tocar la puerta, tocar que es
inconfundible al de los demás, tocar
que me anuncia que sois vos el que va
a entrar por las puertas de mi taller.
Mi corazón ha
sido ensanchado para amaros a todos por igual; un buen padre no tiene
preferencia con ninguno de sus hijos, todos cuentan, todos valen, ninguno es
menos que otro.
Sabes hijo: Muy
de madrugada corté unos higos y unas uvas; las tengo para que las disfrutemos
en nuestro encuentro, encuentro propiciado por Dios para que os hagáis más
espiritual, encuentro en el que
perfumo vuestro corazón con mis lirios,
porque siempre que lleguéis a mí, os
querré dar lo mejor; os incentivo
para que dejéis la barca a la orilla
del mar y sigáis las huellas del pescador de hombres, caminéis en pos del Hombre- Dios. Hijo que ha descendido del cielo para mostraros un
mundo distinto a éste; para anunciaros un reino, reino equitativo, justo para
cortaros cadenas, lazos opresores
que no os dejan ser libres.
Amado mío: ansiaba este momento, quería
miraros a vuestros ojos y recibiros con una sonrisa; sonrisa que aliviane un
poco vuestra carga, vuestra cruz; sonrisa que sea bálsamo sanador para vuestras
heridas; sonrisa que sea medicina que os alivie de vuestras enfermedades del
cuerpo y del alma; sonrisa que os motive a venir cada día miércoles a cumplir
nuestra cita, cita que rebosa vuestro ser del Amor Santo y Divino.
Hijo querido: cerrad
vuestros ojos y abrid vuestro corazón; os tengo otro regalo para daros, otro
lirio perfumado, el Lirio de la Docilidad. Lirio que os hará más sensible a la voz de Dios. Lirio que os llevará a recibir con beneplácito las inspiraciones del
Espíritu Santo. Lirio que os llevará a actuar de acuerdo a la Divina Voluntad. Lirio que modificará
vuestros pensamientos. Lirio que saetará vuestro corazón con su resplandor de luz. Lirio que despertará
un serio interés de hacer sólo lo que
el Señor os pida. Lirio que os guiará
a los lugares donde debéis ir. Lirio que os transformará de tal forma que ya no sois vosotros los que vivís, es
Cristo quien vivirá en vosotros.
Cuidad, pues,
con muchísimo esmero el lirio
perfumado de la docilidad, cualquier
viento de terquedad lo marchitará;
cualquier lluvia de indocilidad lo destruirá
porque es demasiado frágil, delicado.
Amados hijos:
El lirio perfumado de la docilidad os domará colocando freno en vuestras vidas.
El lirio perfumado
de la docilidad cortará con vuestra terquedad, con vuestra burda manera de
pensar.
El lirio
perfumado de la docilidad os encaminará a hacer en todo la Divina Voluntad, en
querer agradar sólo al
Señor, en alabarle
y adorarle con vuestros actos; actos que son movidos y dirigidos sólo por Él.
El lirio perfumado
de la docilidad os preparará un lugar de predilección en el cielo, porque a él
sólo entran las almas que en vida se negaron a sí mismas, almas que se dejaron
moldear como barro dócil en las manos del Alfarero, almas que aceptaron todo lo
que Dios quiso enviarles.
Os dejo la tarea de alimentar mi lirio perfumado
con vuestras renuncias, desapegos.
Hijo mío: según
os mováis de acuerdo al Santo Querer de Dios el lirio manará una fragancia,
aún, más exquisita; sus capullos empezarán a abrirse, sus flores serán teñidas
de colores del cielo, su tallo y hojas reverdecerán haciéndolo más esbelto, más
singular.
El alma dice:
San José, hombre insigne de la docilidad, os dejasteis guiar por la voz de Dios, no pusisteis obstáculos a su Divina
Voluntad, fuisteis elegido por el cielo
para un proyecto de su Amor Divino.
Os llamo a que toméis mi vida y la talléis de acuerdo al querer de Dios, a que pidáis que el Espíritu
Santo descienda sobre mí y moldee mi espíritu
indómito.
San José,
hombre insigne de la docilidad, dirigid mis
pasos por los senderos que me llevan
al cielo; doblegad mis criterios, mis pareceres para que sea siempre Cristo actuando en mí.
San José, hombre insigne de la docilidad, heme aquí de nuevo en
vuestro taller. Es una necesidad de amor el veros,
el sentiros cerca. Es una necesidad de amor venir cada día miércoles a nuestro
encuentro de corazón a corazón. Es una necesidad de amor refugiarme los días
miércoles en vuestra humilde
carpintería; carpintería en la
que hallo calidez,
sosiego para mi espíritu, descanso para mi corazón; carpintería Sagrario del
Amor Santo y Divino porque fuisteis vos quien cuidó de Jesús cuando era niño,
fuisteis vos quien emprendió el éxodo a Egipto para preservarle su vida,
fuisteis vos quien protegisteis al Primer Sagrario vivo, a la siempre Virgen e
Inmaculada María de todo peligro, de toda alimaña. Carpintería que es aula del
cielo en la que aprendo, conozco, me rectifico y emprendo una nueva ruta; ruta
que me llevará a una de las moradas celestiales. Carpintería adornada por
vuestra presencia, porque si faltaseis vos, su ambiente sería lúgubre, triste,
sombrío. Y como hoy es miércoles, aquí estoy ansioso en escucharos. Deseo ser
arropado por vuestra castísima mirada; mirada que purifica mi corazón; mirada
que corta malezas, flores marchitas, frutos secos; mirada que me insta a un
cambio, a un empezar de nuevo; mirada que me escruta, me libera; mirada que
cobija todo mi ser para renovarlo, cambiarlo según el Santo Querer de Dios.
Aquí estoy porque
quiero ganarme el cielo, quiero destruir en mi vida todo lo que
huela a mundo, a pecado, a desdicha.
Aquí estoy para
que sembréis otro lirio perfumado en mi corazón, corazón que es embellecido por
vuestros arreglos florales, por vuestras excesivas muestras de cariño para
conmigo.
Aquí estoy presto
en cuidar y cultivar vuestro lirio de la docilidad con mi muerte a mí mismo,
con mi apertura al recibimiento de vuestras gracias.
Aquí estoy
felicísimo de que hayáis plantado muy dentro de mí otro lirio más, el lirio
perfumado de la docilidad. Lirio que llevará mi espíritu al gozo del cielo
eterno. Lirio
que me llevará al
disfrute de una de sus mansiones, mansiones con muchísimos espacios porque muy
pocas almas hacen la Divina Voluntad. Lirio que hará de mí un ser dócil,
manejable a las inspiraciones de Dios; ser que actúe movido por su fuerza
Divina, por su inercia; inercia que me lleve a amarlo, a adorarlo, a
glorificarlo; inercia que una mi parte humana con su Ser Divino; inercia que me
encadene de amor por toda la eternidad.
Aquí estoy presuroso
en recibir vuestro abrazo; abrazo que
se lleva mis miedos; abrazo que
fortalece mi espíritu para no actuar ya movido por mis intereses,
por mis caprichos, sino por la voz de Dios; voz que me doblega, me quebranta para no rechazar jamás las invitaciones del cielo.
San José, ayudadme a que el lirio perfumado de la docilidad permanezca siempre fresco,
vivo. Lirio que perfume los ambientes por donde pase. Lirio que se robe todas
las miradas de los hombres. Lirio que doblegue mi carácter, mi instinto. Lirio que perfeccione mi vida cristiana; vida que sea Evangelio
encarnado, Palabra vivida; vida que se asemeje a vuestra vida porque os
doblegasteis al Señor; jamás le desobedecisteis, estuvisteis atento en no ofenderle.
San José, sostenedme en vuestros brazos como
a vuestro Niño Jesús; enseñadme a caminar, estad pendiente de que no tropiece y caiga, hacedme dócil como lo fuisteis aquí en la tierra y como lo sois ahora que residís en el
cielo.
Letanías y oración al
final.
10.
El lirio Perfumado de la Confianza
Abril 1/09 (2:20 p. m.)
San José dice:
Hijos amados: gran alegría hay en mi corazón porque ha
llegado el día de nuestro encuentro; día en que del cielo lloverán bendiciones para
todos vosotros; día en que suspenderé
por unos momentos mi trabajo de
carpintería para dedicároslo a vosotros, para que nos entretengamos en nuestro
diálogo, en nuestras conversaciones; conversaciones enriquecidas por la presencia del Espíritu Santo,
conversaciones edificantes, constructivas; conversaciones que interpelan
vuestro corazón al cambio radical, a
un volver vuestros ojos al Señor, a un rendimiento a su Divina Voluntad, a una
consagración a su Sacratísimo Corazón y por ende al Inmaculado Corazón de María.
Hoy adorné la mesa de espléndidas rosas, de
hermosísimos girasoles y de delicados lirios; lirios que os sumergirán en un éxtasis de amor. Lirios que os
embellecerán como a uno de los jardines del cielo.
Hijos amados: abrid,
pues, vuestro corazoncito. Hoy plantaré el lirio perfumado de la Confianza. Lirio que os llevará a creer
plenamente en Dios. Lirio que os
conducirá a buscar a Jesús como vuestro amigo, amigo que comparte vuestras
penas y alegrías; amigo que quiere daros lo
mejor, amigo que os alimenta del manjar sólido del cielo, amigo que os
levanta cuando por desventura caéis. Amigo que vigila vuestro sueño cuando
estás enfermo, amigo incondicional,
amigo que todo os lo da sin esperar nada a cambio. Lirio que hará que pongáis
vuestros ojos y vuestro corazón sólo en el Señor,
confiando plenamente en Él sin reserva. Lirio que os desapegará de los amigos
de ocasión; amigos que están a vuestro lado por lo que tenéis, mas no por lo
que sois; amigos que aparentemente son vuestros confidentes, vuestros
hermanos leales. Lirio que os desatará
de la confianza que hayas puesto en las
creaturas. Lirio
que os encaminará al Santo Abandono.
Abandono a la Providencia, abandono al Sagrado Corazón de Jesús. Corazón que
jamás os defraudará. Abandono a la intercesión de vuestra Madre del Cielo.
Abandono a la Divina Voluntad. Lirio
que os cubrirá de la coraza de Dios para lanzaros en sus brazos sin temor a sufrir ningún daño. Lirio que aniquila
vuestra desconfianza para que empecéis a creer en Dios y en sus promesas.
Hijos queridos: vale
la pena que cada día miércoles busquéis un encuentro a solas con Dios;
miércoles que por Providencia Divina os haré como ángeles en la tierra. Ángeles
embellecidos con los más suntuosos lirios del cielo. Ángeles que se ponen a la
brecha de Dios. Ángeles que salmodian con sus vidas de santidad, con su
confianza entera en el Señor.
Es necesario que
cultivéis mis lirios con amor, no los dejéis marchitar, no los dejéis perecer,
haced que con vuestra confianza en Dios crezcan lozanos y frondosos.
Es necesario
que no depositéis vuestra confianza en las cosas del mundo; cosas efímeras,
engañosas; cosas manipuladas por satanás, el gran mentiroso; cosas que de
momento os dan supuesta alegría, contento a vuestro corazón; cosas que os
condicionan, os arrebatan de los caminos de Dios; cosas que os sumergen en
nidos de falsedad.
Es necesario
que toméis conciencia que el único que os da aliciente en vuestra vida es Dios.
Sin Él os moriréis de tedio, melancolía.
Es necesario
que acudáis al Señor, que le busquéis, que le escuchéis. Ved en Él vuestro
auxilio, vuestra única salvación.
Es necesario que purifiquéis vuestro corazón y lavéis
vuestros pensamientos.
Es necesario
que miréis hacia el cielo, que marchéis por la tierra como peregrinos;
peregrino que confía habitar una de sus moradas, peregrino que confía ser
perdonado y liberado de toda culpa, peregrino que confía no defraudar al Señor
porque de Él recibe sólo bondad; peregrino que confía vivir en estado de gracia
evitando caer; peregrino que lleva dentro de sí el lirio perfumado de la
confianza. Lirio que lo impulsa a no cansarse, a nunca desistir hasta llegar a
la meta. Lirio que suaviza toda amargura porque muy en el fondo de su ser Dios
lo cohabita.
El alma dice:
San José: vos
que fuisteis alma privilegiada de Dios, vos que tuvisteis el honor de cuidar al Hijo de Dios, vos que os hicisteis digno de acompañar por
treinta años a la siempre llena de
gracia, acompañadme mientras esté de peregrino en esta tierra.
San José: enriqueced mi vida interior, quiero ahondar en mi fe y en mi religión;
quiero ser fiel a mis principios.
Temo depositar mi confianza en falsos ídolos, ídolos que finiquitan,
ídolos creados por el mismo hombre,
ídolos que desvirtúan la sana
doctrina, ídolos que jamás podrán dar lo que
Dios concede a todas las almas, ídolos que se irán deteriorando con el paso del tiempo, ídolos que deforman el corazón de las creaturas.
San José: modelo insigne de la confianza en
Dios, estoy aquí de nuevo esperando a que abráis las puertas de vuestro taller.
Es miércoles, día que llevo impreso en mi pensamiento y en mi corazón; día que
escalo un peldaño más a la santidad. Día que me acerca un poquito más al cielo,
día que mi entendimiento se abre para comprender vuestras palabras. Día de
bendición y de gracia porque el
velo de mis ojos se corre, los tapones de mis oídos se remueven, mi
espíritu se recoge y mi alma vuela al cielo. San José: arrebatadme de la
superficialidad, concededme la gracia de abandonarme por entero a Dios, de
tener la convicción de que a su lado nada me podrá suceder, de caminar sin
sopesar los peligros porque Él no permitirá que tropiece y caiga.
Mirad, San José,
mi corazón: cómo palpita, cómo se agita ante vuestra presencia; está anheloso
de recibir otro de los lirios perfumados. Lirios que deseáis darme cada día
miércoles; mis puertas interiores están abiertas; plantadlo, pues, para no
morirme en ansias de poseerlo; plantadlo, pues, para fundirme en un éxtasis de
Amor Divino. Plantadlo, pues, para que mi corazón se una a vuestro amor, amor
por vuestro Hijo Jesús y por vuestra Santísima Esposa.
Mirad, san José,
el ardiente deseo que tengo de tener sembrado muy dentro de mí el lirio perfumado de la confianza porque
hay momentos en mi vida que me siento como barca a la deriva pronta en naufragar como
cervatillo temeroso de encontrarse con un depredador, como águila con miedo de volar.
Amado san José:
Sé que el lirio perfumado de la
confianza se llevará mis muchísimos
miedos, mis variados temores en enfrentar la vida, en caer en callejones
sin salida, en perderme de las Gracias del Cielo, en no ser acogido por la Misericordia Infinita de Dios.
Amado San José:
Sé que el lirio perfumado de la
confianza fijará mi corazón sólo en el
Señor, me despojará de falsas
seguridades para lanzarme hacia la plenitud perenne del Santo Abandono.
Amado san José:
heme aquí dispuesto en renunciar al
mundo y a sus
trivialidades; su ruido ensordecedor turba mi espíritu; me duele ver almas
incautas que se dejan seducir por sus mentiras en plantear la vida por vanas
filosofías.
Hoy queridísimo San
José, hombre insigne que pusiste vuestra confianza en Dios: renovad mis pensamientos,
sosegad mi corazón porque vientos
fuertes bullen en él, tormentas impetuosas
lo asechan; haced que confíe plenamente en
el Señor; haced que mi vida
transcurra en el suave oleaje del
cielo, en sus apacibles vientos y en los
susurros de su brisa suave.
Si algo llega a intranquilizarme, a robarme
la paz, venid a mí para que soseguéis mi corazón y aquietéis mi espíritu
sembrando el lirio perfumado de la confianza. Lirio que hará que me plantee
proyectos sólidos. Lirio que edificará mi casa sobre la roca, casa que nadie la
pueda destruir porque está bien cimentada; casa difícil de zarandear,
tambalear. Lirio que invadirá todo mi ser de una paz y seguridad sobrenatural,
seguridad para no fracasar, seguridad para no mirar hacia atrás, seguridad para
no condolerme de mi pasado porque ya ha sido perdonado; seguridad de llegar a
la meta y recibir el premio: salvación de mi alma y gozo eterno.
Letanías y oración al
final.
11.
El lirio Perfumado de la Santa Iglesia
Abril 4/09 (7:00 p.
m.)
San José dice:
Hijos os traigo
una alegre noticia: venid a mi humilde taller para contárosla. Dejad por unos
minutos vuestras ocupaciones y dirigíos hacia mí que os espero. Cuando
lleguéis, empujad la puerta, la tengo entreabierta, tomad asiento; mi
carpintería es vuestra casa, casa sencilla pero
rica en amor; casa
en la que podéis respirar el aroma de Dios porque cada rincón está habitado por
su presencia; casa que os purifica de vuestras inmundicias; casa que limpia
vuestro corazón y lo vuelve al orden primero.
Hijo querido:
regocijo me da el veros y dicha por vuestra perseverancia
porque ya es una necesidad de amor el vernos, el suspender nuestros trabajos
del día para entretenernos en nuestros
coloquios espirituales; coloquios en los
que Jesús y María son el centro; coloquios
en los que sobra el tiempo; coloquios iluminados y asistidos
por el Espíritu Santo; coloquios que son escuela de formación para que crezcáis
en la virtud.
Mi pequeño
amado: os estaba esperando; mirad, cómo he adornado mi taller para que os
sintáis cómodo y recogido, olvidaos de todo lo que dejasteis afuera, vivid este
momento de nuestro encuentro como si fuese el último de vuestra vida, no deis
cabida a pensamientos inútiles, no os distraigáis por nada, ni por nadie. Fue
el Señor quien os trajo a mi humilde carpintería; agradecédselo, hijo mío, por
el haber puesto su mirada de misericordia en vuestra pequeñez.
Hijito consentido: hoy miércoles
embelleceré, aún más, vuestro corazón plantándoos el lirio perfumado de la Santa Iglesia. Lirio que os hará tomar
conciencia de que formáis parte del Cuerpo Místico de Cristo. Lirio que os
despertará sentido de pertenencia, de amor por la grey del Señor.
Lirio que os adherirá, aún más, a la verdadera
Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Lirio que os llevará a
obedecer a su máximo representante el Santo Padre el Papa. Lirio que os motivará a orar por vuestros obispos y
sacerdotes. Lirios que os reunirá en la fiesta
Pascual para
alimentaros del Cuerpo y de la Sangre
de Jesucristo. Lirio que os moverá a cumplir con sus Santos Mandamientos.
Mandamientos que son leyes que debéis
cumplir para que entréis al cielo.
Lirio que os adoctrinará para que no seáis
engañados por algunos grupos religiosos que se dicen ser cristianos. Lirio que
os aferrará a la Verdad Única, es
decir, a la Iglesia fundada por
Cristo. Lirio que os enriquecerá a través de los Sacramentos. Lirio que
perfumará todo vuestro ser: cuerpo, alma y espíritu para que adoréis el Gran
Misterio Trinitario.
Tomad conciencia mi fiel amigo que la Iglesia Católica proviene directamente del cielo, que posee
el más grande de los tesoros: la presencia
real de Jesús en la Sagrada Hostia.
No busquéis lo que no se os ha
perdido, no vayáis buscando
novedades, la novedad está en el
Sagrario. No os dejéis separar de mi fidelísima
esposa, ella es vuestra Madre desde el mismo instante en que estaba al pie de la Cruz
en compañía de Juan, discípulo muy
amado del Señor.
Sois responsables
del florecimiento, marchitamiento del lirio perfumado de la Santa Iglesia que
desde hoy lleváis sembrado en vuestro corazón, cultivadlo con vuestra fidelidad
a sus enseñanzas, con vuestro servicio voluntario en uno de sus ministerios,
con la obediencia que a la Iglesia le debéis, con vuestra veneración a la
Santísima Virgen María y a sus Santos, con la aceptación de cada uno de sus
dogmas, con la esperanza puesta en el Señor esperando su segunda venida.
Sed, pues,
mensajeros de Cristo, portadores de la verdad. No os extraviéis del camino, no
juguéis con vuestra salvación. No vayáis tras lo novedoso, caeréis en la
mentira, mentira que os acarreará después sufrimientos
inevitables porque
reconoceréis vuestra equivocación cuando ya sea demasiado tarde.
Guardad este lirio
perfumado como si fuese de oro, conservadlo con muchísimo cuidado, es vuestra
credencial de entrada al cielo.
El alma dice:
San José, patrono de la Iglesia Universal:
heme aquí en vuestro taller ansioso en escuchar vuestra alegre noticia, noticia
que exaltará mi corazón de gozo; noticia que me cuestionará, aún más, al
cambio; noticia que me llevará a amar sin reserva; noticia que me despojará del
ser terreno para que nazca en mí un ser trascendente, profundo, enemigo de las
vanaglorias y de la superficialidad.
San José, patrono de la Iglesia Universal:
he llegado ante vuestra presencia porque os necesito, así como la Virgen María
y el Niño Jesús necesitaron de vuestra protección, de vuestra ayuda, de vuestro
sacrificio y de vuestra fortaleza, ya que fuisteis vos quien los resguardasteis
del peligro de los enemigos que querían destruirlos.
San José,
patrono de la Iglesia Universal: os pido que os dignéis mostrarme el camino que
me lleve a la santidad; camino en el que repare por mis pecados ofreciendo mi
inmolación y sacrificio como garante para mi salvación.
San José, patrono de la Iglesia Universal:
abro las puertas de mi corazón para que sembréis en él, el lirio perfumado que
me tenéis prometido. Lirio que hará que ame, con amor frenesí, a mi Iglesia.
Iglesia fundada por Jesucristo, Iglesia enriquecida de gracias; Iglesia que
jamás será derrotada, destruida; siempre prevalecerá hasta el fin de los
tiempos. Iglesia carismática porque el Espíritu Santo siempre aleteará y
soplará sobre ella. Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Lirio que
me mostrará la
ruta de entrada al
cielo, puesto que la Iglesia posee la verdad revelada. Lirio que me instruirá
con Sabiduría Divina. Sabiduría proveniente de las Sagradas Escrituras. Lirio
que me adherirá al Papa, representante de Cristo en la tierra.
San José, patrono de
la Iglesia Universal: haced que, a pesar de la crisis que enfrenta nuestra
actual Iglesia, permanezca siempre fiel a sus enseñanzas.
San José,
patrono de la Iglesia Universal: interceded ante el Padre Eterno para que la
Iglesia sea restaurada, levantada; para que la Iglesia se asemeje a las
primeras Comunidades Cristianas; comunidades de fervor, de unción, de vivencia
real del Evangelio.
San José, patrono
de la Iglesia Universal: preservad del demonio a los sacerdotes y consagrados,
libradlos de caídas, fortalecedlos en sus tentaciones.
San José,
patrono de la Iglesia Universal:
llamad a todos los fieles para que sean ovejas del rebaño de Cristo, ovejas que
se alimenten en sus verdes
pastizales, ovejas que beban en las
fuentes de su Sacratísimo Corazón.
San José, patrono de la Iglesia Universal:
otorgadme la gracia de no dejar marchitar el lirio perfumado que habéis
sembrado en mi corazón. Sé que florecerá en la medida de mi entrega al Señor,
en la adhesión a la Iglesia única y verdadera, en la práctica de sus
mandamientos y en la obediencia a sus santas leyes, leyes que han de dar la
perfección a mi alma; leyes que han de ser yugo suave, leyes que ponen freno a
mis ímpetus, a mis deseos desordenados;
leyes que cumplidas en su plenitud son credencial de oro que me adentran al
cielo, cielo con muchísimas moradas, cielo abierto para las almas que en vida
permanecieron unidas a la Vid que es Jesucristo.
Cielo abierto para
las almas que en vida fueron fieles a
los preceptos de la Santa Madre
Iglesia a pesar de sus debilidades. Cielo abierto para las almas que en vida no se dejaron llevar por vientos fuertes
de doctrinas falsas. Cielo abierto para las almas que en vida acogieron las palabras de los sacerdotes santos,
sacerdotes fieles al Mensaje, a la Palabra de Dios.
Cielo abierto para
las almas que en vida no manipularon a Dios, almas que le cumplieron siempre
sus promesas.
San José, patrono de la Iglesia Universal:
tomadme de vuestras castísimas manos, temo desviarme del camino, temo caer en
los huecos oscuros sin salida, temo que mi alma se pierda.
San José, modelo de vida interior, haced de mi vida ofrenda de amor, vida que sea del
agrado al Sacratísimo Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María. Vida
que también se asemeje a la vuestra.
Vida que sea un continuo himno de alabanza al
Creador. Vida dirigida y orientada por la
Santa Madre Iglesia.
Vuestro lirio
perfumado crecerá porque diariamente será alimentado por los Sacramentos,
fuentes de gracias que lo volverán más hermoso y frondoso de lo que es.
Letanías y oración al
final.
12.
El lirio Perfumado de la Familia
Abril 6/09 (10:00 p.
m.)
San José dice:
Hijos míos:
levantaos abrid vuestros ojos, es miércoles día de nuestro encuentro; día en
que os tengo reservada una gracia; gracia que os elevará en santidad, gracia
que os podará arrancando vuestras malezas y cosechéis frutos abundantes; gracia
que os pulirá para haceros más perecidos al Señor; gracia que triturará
vestigios o
residuos de
pecado; gracia que os ascenderá un escalón más de tal manera que os vayáis
acercando al Cielo.
Venid, pues,
amados míos os espero para adornar vuestro corazón con el lirio perfumado de la
familia; lirio que os hará más sociables y comunicativos con los vuestros;
lirio que os llevará a compartir, a valorar los momentos más significativos.
Lirio que os despertará amor, generosidad, deseo en daros sin esperar nada a
cambio. Lirio que os unirá por medio de lazos irrompibles; lazos que os atará
afectuosamente haciéndoos más tolerantes, más genuinos en vuestras relaciones
filiales.
Abrid, hijo mío, vuestro corazón. Heme aquí
con el hermosísimo lirio perfumado de la Familia. Os embellecerá de tal manera
que os hará más humano. Vuestro rostro tomará la semblanza de un Ángel; vuestra alma y
espíritu serán impregnados de una luz sobrenatural; luz que iluminará los
espacios más oscuros de vuestra
familia; luz que será reflejo de Dios en medio
de vosotros. Luz que os mostrará
vuestras deficiencias para que os hagáis más solidarios, más fraternales. Luz que os alumbrará para que no tropecéis, para que seáis
lucero fulgurante en vuestro hogar,
en los entornos donde os ponga Dios. Vuestro ámbito familiar será liberado de
todo espíritu de discordia, de disensión; amaréis con mayor ímpetu a vuestros
padres; padres que si están vivos los honraréis dando cumplimiento al cuarto mandamiento de la ley de Dios, o si ya han partido a la Casa del Padre oraréis por ellos pidiendo a Dios que tenga
misericordia para con ellos. Seréis más tolerantes
con vuestros hijos, hijos a los que les mostraréis el camino al Cielo;
hijos a los que les hablareis de la existencia
del Cielo, del Purgatorio y del Infierno. Hijos a los que educaréis en la
fe y en la práctica de las virtudes cristianas;
hijos a los que les infundiréis temor de Dios.
Hijos amados: el
Lirio Perfumado de la Familia hará de vuestro hogar escuela para el crecimiento
espiritual, escuela forjadora de valores. El lirio perfumado de la familia os
unirá en el amor, en la fidelidad y en el perdón. Perdón que será recíproco,
perdón que se dará desde la mismísima profundidad del corazón.
El lirio
perfumado de la familia evitará que este núcleo vital se desintegre, se
fraccione, se vuelva añicos.
El lirio
perfumado de la familia llevará a
todos los hogares que lo posean, a ser
familias al estilo de la Sagrada Familia de Nazaret. Familias en las que el centro sea Dios. Familias que
se reúnan al rezo del Santo Rosario
diario. Familias en las que se
comparta y departa. Familias en las
que reine la paz, la armonía, la concordia. Familias que sean verdaderas Iglesias Domésticas.
Iglesias en las que se propicien espacios para la meditación de la Palabra y para la corrección de vida;
corrección que se haga con amor, con apertura de cambio; corrección que
edifique, que construya.
El lirio
perfumado de la familia os edificará sobre la roca para que la célula más
importante de la sociedad no sea destruida, removida.
El lirio
perfumado de la familia llevará a los esposos a permanecer unidos en el amor,
en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la adversidad, en la
tristeza y en la alegría.
El lirio
perfumado de la familia impregnará vuestra casa de mi aroma, de mi presencia.
Abridme sus
puertas que en vuestro seno quiero
descansar, en vuestro seno deseo reposar.
Hijos
amados: invocadme ante vuestras súplicas, descenderé del Cielo para asistiros
en vuestras necesidades.
Os recuerdo: soy el sostén
de las familias, familias que han de perdurar, familias que han de permanecer
unidas, familias que han de vencer vientos impetuosos, tormentas fuertes;
familias en las que debe habitar Dios.
El alma dice:
San José, sostén de las familias: heme aquí
a las puertas de vuestro taller. Apresuré mis
pasos, quería veros, abrazaros, sentir vuestro aliento fresco y
engolosinarme con vuestra mirada virginal, mirada que escruta mi corazón y lo transforma. Mirada que centra mi atención y mis sentidos.
Mirada que sosiega mi espíritu
dándole serenidad y paz.
San José, sostén de las familias: vuestro
recuerdo lo llevo grabado en mi corazón; por eso desde que os conocí,
desde el primer momento que entrecruzamos algunas palabras los días miércoles, ya no pasan desapercibidos; son días muy
significativos para mí; días de
nuestro encuentro, días de gozo porque estando a vuestro lado no siento el transcurrir de los minutos ni de las horas, ya que vuestra conversación me es muy amena. Estando en vuestro taller estoy en un pedacito de Cielo porque es el padre adoptivo de Jesús; el esposo castísimo de María es: quien me
habla, quien me muestra las sendas para llegar al Cielo, quien
perfecciona mi vida interior, quien
hace de mi corazón el más bello
jardín florecido, jardín en el que
están sembrados los más espléndidos lirios perfumados. Lirios que impregnan
todo mi ser de celestial aroma;
aroma que eleva mi espíritu a la más grande
contemplación, a un éxtasis de Amor Divino con el Señor,
a una suspensión
de mis facultades porque me sumerge en un delirio celestial.
San José, sostén de
las familias: heme aquí con mi corazón abierto; estoy dispuesto en recibir vuestras gracias, estoy
dispuesto en dejarme moldear por
vuestras manos virginales, manos que me han
de tallar finamente, manos que me han
de pulir hasta hacer de mí obra perfecta de la creación de Dios.
San José,
sostén de las familias: sembrad en mi corazón el lirio perfumado que tenéis en
vuestras manos. Lirio que me llevará
a valorar más a mi familia, a buscar
espacios de diálogo que propicien el perdón
y la reconciliación. Lirio que dará
regocijo y plenitud a mi alma porque
me unirá a mis seres amados.
San José, sostén
de las familias: enseñadme la manera de amar y de sentirme amado en mi entorno
familiar, de aceptar a cada uno de los míos con sus diferencias, de formar una
sola unidad, un mismo engranaje.
San José,
sostén de las familias: concededme el don de hacer de mi hogar escuela de oración,
encuentro recíproco de corazón a corazón con el Señor. Señor que ha de
descender del Cielo a perfumar con su nardo purísimo cada espacio, cada lugar.
San
José: sé que hicisteis de vuestra familia un Sagrario Doméstico. Sagrario en el que combinabais vuestras labores
manuales con la oración. Sagrario
bellamente adornado con la presencia
de vuestro Niño Jesús. Sagrario custodiado por Miríadas de Ángeles. Sagrario que embelleció,
aún, más vuestro castísimo corazón porque desde vuestro silencio adorabais al Hijo de Dios, glorificabais su Santo
Nombre.
Amantísimo San José: venid conmigo, entremos juntos a
mi casa; sus
puertas están abiertas, vuestra presencia purificará y liberará todo aquello
que no sea del agrado de Dios;
vuestra presencia habrá de darnos un nuevo aire, aire con olor a Cielo, aire
con fragancia a eternidad.
San José:
transformad mi familia a imitación
de la Sagrada Familia de Nazaret;
familia cuyo único centro sea Dios. Familia que tenga como finalidad su
salvación. Familia que se alimente de los Sacramentos y de la Palabra. Familia
que sea comunidad cristiana. Familia que perfile a Cristo en cada corazón. Familia arraigada en los buenos principios. Familia que
comparta juntos el pan. Familia que
rece el Santo Rosario. Familia que
sea Iglesia Doméstica, ejemplo de solidez, firmeza.
San José: preservad mi familia, custodiadla.
Hay muchos agentes externos que la quieren destruir; alejad de ella al maligno,
protegedla de cualquier adversidad, asistidla en nuestras necesidades, no
permitáis que jamás nos falte el pan espiritual y material.
Letanías y oración al final.
13.
El Lirio Perfumado del Sufrimiento
Abril 15/09 (9:30 p. m.)
San José dice:
Amado mío: muy
de madrugada hablé a vuestro corazón; susurré palabras de amor. Palabras que
excitará vuestro espíritu para que vengáis a mi
humilde taller. Taller que es
vuestra casa, vuestra morada; morada abierta los días miércoles; miércoles
josefinos dedicados a mi veneración
y culto; miércoles de nuestro fraternal encuentro; encuentro ágape que hace de
nuestro diálogo una fiesta.
Hijo mío: si queréis, podéis venir un poco más temprano; os espero con
mis brazos abiertos, preparaos porque os daré una gran lección de vida. Lección
que os servirá para
que saquéis
provecho de cada circunstancia, de cada dificultad o de cualquier problema.
Basta que la pongáis en práctica,
que no la olvidéis una vez os
halláis ido de mi carpintería; que la viváis día a día porque no todo en
la vida es dicha y alegría;
hay momentos difíciles, situaciones imprevistas que debéis manejarlas con
sabiduría, con tino porque la imprudencia
os llevaría a cometer muchísimos errores, errores que os pondría sello de perdedores.
Como habéis sido
puntual en vuestra llegada, hoy he decidido plantar en vuestro corazón el Lirio Perfumado del sufrimiento. No creáis que se os va a aumentar el tamaño o el peso de vuestra cruz o que a partir de este
instante pasaréis al monte Gólgota.
No, amados míos. Os mostraré la forma
de cómo afrontar el dolor, de cómo soportar las penas y vejámenes de cada uno
de los aconteceres cotidianos.
Lo primero que os
quiero decir es que no le tengáis miedo al sufrimiento cuando por fortuna o
desventura os viniere: ofrecedlo por vuestra propia conversión, por las
necesidades de vuestros amigos y desconocidos, por el sufragio de las benditas
almas del purgatorio. Os recuerdo que cuando decidisteis seguir las huellas de
Nuestro Señor, Él os mandó a alistaros para la prueba. Prueba que purificará y
refinará vuestro corazón. Prueba que os pulirá hasta daros forma, parecido y a
semejanza de Jesús. Prueba que os fortalecerá para el combate, para la guerra
espiritual contra las huestes del mal. Prueba que os dará hermosura y belleza
espiritual si no renegáis de vuestro
sufrimiento, si soportáis pacientemente vuestras penas; penas que son dulcificadas si las ofrecéis al Mártir del Gólgota.
Hijo querido:
muchas almas perecen porque no aceptan cargar con la cruz de cada día, almas que siempre quieren vivir en la anchura,
alma que les cuesta unirse al padecimiento
de Jesús en la calle de la amargura,
almas que se enojan con Dios cuando les llega el momento de ser acrisoladas y
purificadas en el fuego como el oro y la
plata, almas que deciden alejarse de los caminos del Señor cuando son probadas, refinadas; almas que llegan al punto de apostatar de la bondad y misericordia del Altísimo,
almas que piensan que la adversidad
jamás habrá de llegar a ellas. Almas que no
sopesan el gran valor del sufrimiento cuando es ofrecido, aceptado.
No tengáis miedo en dejarme sembrar el Lirio
perfumado del sufrimiento.
Carísimos míos: no estáis exentos del sufrimiento, no sois cuerpos gloriosos, no
estáis inmune a la enfermedad, sois finitos, estáis de paso en la tierra,
no fuisteis descendidos del Cielo
para quedaros de semilla, sois corruptibles; aceptad con beneplácito este
preciosísimo lirio. Lirio que os revestirá de una coraza Divina para que no declinéis, para que no retrocedáis el camino ya
andado. Lirio que os dará el temple y coraje de uno de los mártires que
gozan de la visión beatifica de Dios
en el Cielo. Lirio que os ceñirá
franja roja en vuestra cintura para
que tengáis la misma capacidad de aguante del Santo Job. Lirio que os dará
tenacidad para que no os amilanéis de nada ni por nadie. Lirio que cultivado a
base de sacrificios, de renuncias y de ofrecimientos vais cosechando méritos
para ganaros una pequeña parcela en el Cielo.
Cielo que embellece a las almas que en vida lucharon con tesón. Cielo con las
puertas siempre abiertas dispuesto en dar
cobijo y abrigo a las almas que no rechazaron la cruz, ni
evadieron
el sufrimiento, antes bien lo acogieron con amor en su corazón
dando gloria al Santo Nombre de Jesucristo.
El alma dice:
San José, consuelo de los que sufren: Mi corazón
en la alborada de la madrugada, latía con ímpetu, con vehemencia, algo
extraordinario estaba ocurriendo en aquel momento; momento que elevaba
plegarias al cielo. Momento que agradecía a Dios por sus grandes beneficios y
misericordia para conmigo. Momento que unía mi espíritu a la adoración y a la
alabanza de la Iglesia Triunfante, Purgante y Militante. Momento de gloria
porque muchas Eucaristías se estarían celebrando en este precioso instante.
Momento que deseaba adelantar las horas del reloj para encontrarme con Vos.
San José consuelo de los que sufren: heme
aquí en vuestro taller. Taller en el que hallo calidez, taller que sosiega mi
espíritu de una paz celestial. Taller que une mi
corazón al Vuestro y lo funde en un éxtasis de Amor Santo y
Divino. Taller que es libro abierto, libro que contiene sabiduría exquisita que
me educa, me forma, me prepara
para enrolarme en vuestro escuadrón;
escuadrón integrado por almas ávidas de Dios. Almas que tienen como meta las
santidad, almas que luchan en vencer
las tentaciones, salirle al encuentro al espíritu del mal; almas de corazón
puro, diáfano como la luz del día,
cristalino como el agua. Almas que cada día miércoles oran por la solidez de nuestra Iglesia. Iglesia que
ha de conservar su fidelidad al mensaje de Jesucristo. Iglesia que ha de permanecer bajo las directrices del
Espíritu Santo. Iglesia que ha de
vivir un continuo Pentecostés.
San José, consuelo de los que sufren: infinitas gracias
os
doy. Sois un padre
bueno que prepara a sus hijos para el combate,
para la guerra y batalla espiritual.
Permaneceréis siempre adelante encabezando la
fila de vuestro escuadrón.
San José consuelo
de los que sufren: no sé cómo
agradeceros por el esbelto lirio que
hoy habéis sembrado en mi corazón, el lirio perfumado del sufrimiento. Lirio
que habrá de fortalecer mi espíritu para la prueba. Lirio que me impulsará a no desfallecer, a mirar siempre hacia adelante. Lirio que hará mi corazón de hierro para el combate; corazón impenetrable a los
dardos ponzoñosos de satanás. Lirio que me dará
aguante, fuerza cuando la adversidad
toque las puertas de mi alma. Lirio
que me llevará a caminar por la calle de la amargura sin temor, sin miedo.
Lirio que dirigirá mis pasos, a besar
las llagas del Crucificado, a dejarme seducir por sus palabras. Lirio que ha de ser bálsamo sanador para cuando el peso de la cruz lacere mis hombros,
mi corazón. Lirio que perfumará mis tres potencias: cuerpo, alma y
espíritu de una fragancia sobrenatural para poder resistir, aguantar,
soportarlo todo por amor. Lirio que a medida que acepte el sufrimiento y lo ofrezca
me irá abriendo las puertas del
Cielo para entrar en él, el día que
sea llamado, día que mi cuerpo mortal haya sido transfigurado, renovado,
revestido de donaire, de luz.
San José consuelo de los que sufren: no os
apartéis de mi lado cuando mi corazón esté anegado por el dolor, cuando mi
espíritu gima y clame al Cielo, cuando todo aparentemente se halla perdido,
cuando mis ojos se hallen inundados por un mar de lágrimas; hacedme sentir que
no estoy solo, que estáis muy cercano a mí enjugando mi rostro, sosteniendo mi
cuerpo tambaleante, revistiéndome
con vuestro coraje
celestial para no decaer, no sucumbir, no lanzar mi cruz al precipicio.
San José consuelo
de los que sufren: habéis embellecido mi corazón con un nuevo lirio. Lirio
delicadísimo, lirio que requiere de sutiles cuidados porque cualquier viento
leve que sople sobre él, le puede deshojar, marchitar.
San José
consuelo de los que sufren: concededme la gracia de ser fortalecido en la tribulación,
de asemejarme en algo a Cristo Crucificado, de saber padecer en silencio, de
buscar alivio a mis males en el Sagrario porción de Cielo siempre
abierta, manantial de paz y de bendición; de buscaros a vos y refugiarme en
vuestro castísimo corazón. Corazón que será fuente de consuelo en mis días
de infortunio y de tristeza.
Letanías y oración al final.
14.
El Lirio Perfumado de la Buena Muerte
Abril 21/09 (3:30 p. m.)
San José dice:
Hijo amado sobra recordaros de nuestro
encuentro; hoy es miércoles. Apuraos en vuestros oficios y ocupaciones diarias
y venid a mi taller que os tengo preparada una gran lección. Lección que
cambiará vuestra forma de pensar. Lección que renovará vuestro corazón. Lección
que os desapegará de las trivialidades del mundo. Lección que os dará ímpetu y
ardor en ganaros el Cielo. Lección que abrirá vuestro entendimiento cegado a
una realidad: vuestra muerte.
No tengáis miedo, reconoced que sois humano, no sois un ángel y como
tal algún día tendréis que partir rumbo a la eternidad.
De nada os sirve atesorar y atesorar bienes para este mundo si en el
momento de vuestro viaje sin retorno,
estas cosas no
cuentan para Dios, lo que os servirá serán vuestras buenas obras.
Abrid, pues, las
puertas de vuestro corazón; corazón que será engalanado con el Lirio Perfumado de la Buena Muerte. Lirio que os llevará a no tenerle miedo, a aceptarla con amor.
Lirio que os sacudirá a un cambio, a una conversión perfecta. Lirio que os
despojará de vosotros mismos para que sea Jesús tomándoos como propiedad
privada. Lirio que obrará prodigios en vuestra vida; vida que será moldeada
según los criterios del Santo Evangelio. Lirio que hará que sintáis repugnancia
por el pecado, muerte espiritual que
os llevaría al suplicio, al sufrimiento
eterno. Lirio que despertará en vosotros
deseo de santidad y ansias de Cielo. Lirio que perfumará vuestra alma con el suave olor de Cristo. Lirio que os
mostrará vuestras imperfecciones provocándoos fervientes anhelos de cambio.
Lirio que hará que repudiéis las bagatelas del mundo y añoréis los Manjares del Cielo.
Hijo mío:
escuchad atentamente mis palabras;
reflexionad en ellas. Convenceos que tarde o temprano tendréis que morir. Lo
mejor que podéis hacer desde este momento es convenceros que si no os convertís de corazón, si no hacéis vida, en vuestra vida, la Palabra
de Dios, difícilmente os salvaréis.
Tomad conciencia
que no vale la pena que malgastéis vuestra vida; no la despilfarréis en el
pecado, estáis a tiempo, no posterguéis para mañana la decisión de decirle sí
al Señor. Despojaos hoy mismo de vuestro hombre viejo. Id y sumergíos en los
Ríos de la Gracia y quedaréis más blancos que la nieve. Id, para que Jesús os
vista de sayal, calce vuestros pies y os ponga en vuestro dedo la argolla de
vuestro compromiso, argolla de una mejor vida,
argolla que os
mostrará al mundo como hijo de Dios, hijo sediento de su Palabra, hijo
hambriento de su Cuerpo y de su Sangre, hijo con espíritu de trascendencia,
hijo que no le teme a la salida del mundo para entrar en la eternidad.
Os llegó la hora de una reflexión profunda: pensad
a donde iría a parar vuestra alma si el Señor os llamará hoy mismo; si os pidiera cuentas de la administración de los bienes
espirituales que Él ha depositado en
vuestras manos; si verdaderamente estáis preparado para encontraros con Dios
cara a cara; reconoced que son muchas
vuestras equivocaciones, muchos son los apegos que os atan a este mundo; muchas
son las imperfecciones que afean vuestro espíritu. Os faltan serios y
fehacientes propósitos de cambio. Os falta más radicalidad en el seguimiento de Jesús. Aún no camináis
tras sus huellas como debisteis hacerlo desde mucho tiempo atrás. Muy en el fondo de vuestro corazón os aterra
que os llegue el momento en que todo lo que hagáis tenga que cesar,
terminar.
Hijo mío: dejad ya vuestros miedos, comprended que cada día que pasa es un
acercaros más a la verdadera vida;
vida en la que recibiréis el premio o castigo por vuestras buenas o
malas acciones; vida que si queréis
será dicha, felicidad porque Dios siempre recompensa a las almas que no se dejaron vencer por las tentaciones, almas
que se mantuvieron en estado de
gracia, almas que anduvieron por los caminos estrechos y pedregosos de la santidad, almas con su mirada siempre levantada al Cielo, almas sacrificadas que llevaron
sobre sus hombros la cruz con amor.
El alma dice:
San José: heme aquí en este día miércoles ansioso en
recibir vuestro abrazo paternal, abrazo que
dará calidez a mi corazón, abrazo
que me dará
anhelos de seguir viviendo, abrazo que arropará la desnudez de mi espíritu,
abrazo que me dará seguridad para
emprender el camino de la santidad; camino que conllevará mi alma
a la salvación, camino que será el
pórtico de entrada al Cielo. San José: gran regocijo y alegría hay en mi alma al saber que las puertas de vuestro taller se hallan abiertas. Sé
que estáis ahí esperándome. Sé que estáis ahí dispuesto en recibirme. Sé que estáis ahí a la expectativa de mi llegada;
llegada que es alborozo y fiesta porque nuestro encuentro me saca del sueño letargo; nuestro
encuentro me desapega más de las
cosas del mundo; nuestro encuentro renueva todo mi ser.
San José: abro
mis oídos a vuestra voz. Voz que es suave arrullo, voz que es murmullo de
Ángeles que me impulsan a amar inmensamente a Dios; voz que es alerta que mueve
mi conciencia al cambio.
San José: hoy
abriré mi corazón porque quiero recibir vuestras gracias. Hoy os entrego mis
miedos, mis temores, mis inseguridades. Os soy sincero: muchas cosas del mundo
me atraen pero una fuerza sobrenatural hace que la rechace; muchos son los
defectos que son el obstáculo para el crecimiento espiritual; muchas ataduras
me anclan, esclavizan llevándose lo más apreciado que es mi libertad. Me
entristece pensar en la muerte, me da mucha dificultad aceptarla, me atemoriza
la forma de cómo partiré de esta tierra a la eternidad.
San José: no os
alejéis de mi lado; os necesito muy cerca de mí. Vuestra presencia sosiega mi
espíritu; la paz vuelve a mi corazón, sois mi guía, mi protector en mi
peregrinar hacia el Cielo.
Os amo; os doy un
sincero agradecimiento por el nuevo lirio perfumado que habéis sembrado dentro
de mí.
Lirio que perfumará todo mi ser para renovarlo.
Lirio que
fortalecerá mi espíritu para
proseguir mi marcha hacia la Patria Celestial.
San José:
intercede por mí ante el Cielo. No me soltéis de vuestras manos; temo caer en
el precipicio del pecado; alentadme para andar tras la huellas de Cristo.
Huellas de sandalias desgastadas, perceptibles para los espirituales, para los
que viven según las directrices del Señor.
Ayudadme amado mío a penetrar en los
Misterios de Dios, a aceptarlos tal como me
los presenta la Santa Madre
Iglesia, a no rehuir a todas las
oportunidades de salvación que el Señor
se digne enviarme, a hacer de mi vida una constante ofrenda de amor.
San José, vos que tuvisteis la dicha de
morir en los brazos de Jesús y de María: estrechadme en vuestro pecho paternal
cuando llegue el momento final de mi partida, defendedme del espíritu del mal y
presentadme al Santo Tribunal del Cielo. Tribunal en el que seré juzgado con
misericordia pero también con justicia.
San José:
acelerad los latidos de mi corazón
cuando veáis que mi vida se
encuentre en alto riesgo de perderse.
Mostradme los despeñaderos y riscos que me esperan
si no
me convierto. Mostradme todos los peligros que asechan a mi alma; haced que camine con cautela para
no tropezar, para no caer en
desbandada. Os prometo cultivar con amor el Lirio perfumado de la buena
muerte, tomando conciencia que cuando se nace también se muere; que de Dios
venimos y a Dios volvemos; que cada ser humano esta llamado al cumplimiento de una misión. Misión que
una vez halla sido terminada,
cesa su vida acá en la tierra
para pasar a un
estado de vida mejor. Haced que mi preocupación sean las cosas del Cielo, que
le pierda gusto al mundo y sus trivialidades, que comprenda que la verdadera
felicidad sólo la hallo en Dios.
San José, patrono
de los moribundos: asistidme en mi momento postrero, permaneced cercano a mí
hasta el instante que cierre mis ojos al mundo y los abra en la eternidad.
Letanías y oración al
final.
15.
El Lirio Perfumado del Trabajo
Abril 23/09 (6:30 p.
m.)
San José dice:
Carísimo hijo: venid hacia mí que os espero con todo el amor que un padre profesa hacia su hijo.
Amor que ha de llenar vacíos. Amor
que ha de sanar heridas. Amor que ha
de vendar corazones rotos. Llegad a mí con el
libro abierto de vuestro corazón y tomad atenta nota de cada una de mis palabras. Palabras que calarán en la profundidad
de vuestro ser para renovaros. Palabras que os moverá a hacer algo a favor
vuestro. Palabras que os impulsará a aprovechar al máximo el tiempo, a
valorarlo, a no desperdiciarlo.
Hijo mío: sentaos. Descansad en mi regazo y prestadme sumo cuidado a todo lo que estoy por deciros. Es necesario que
vaciéis vuestro corazón de preocupaciones, de tensiones y os sumerjáis en el silencio de mi taller. Silencio que a veces es más elocuente que la palabra.
Silencio que de por sí habla,
comunica. Mirad la hermosura de este
lirio, oled su fragante aroma, palpad
su delicadeza, descubrid su finura. Abrid las puertas de vuestro
corazón; puertas que sólo son abiertas
si estáis en disposición de recibir mis gracias; gracias que os van
transformando, os
van puliendo hasta que obtengáis la forma, el parecido de quien os creó. Sois imagen
y semejanza de Dios y como tal debéis ser acopio de sus santas virtudes.
Virtudes que os irán revistiendo de luz y de pureza.
Querido hijo: recibid con beneplácito el
Lirio Perfumado del Trabajo. Lirio que os hará más diligente. Lirio que
os dará la sabiduría para enfrentar
vuestras dificultades laborales. Lirio que os despertará amor a lo que hacéis. Lirio que os dará
herramientas para que hagáis con perfección, los menesteres en los que Dios os ha ocupado. Lirio que os motivará a ser mejores, a ejercer con honestidad vuestras labores, vuestras
ocupaciones diarias. Fiel discípulo mío: haced de vuestro trabajo una aventura
maravillosa, una escuela de aprendizaje. Sentíos orgullosos de vuestro oficio, de vuestra profesión. Recordad que el trabajo dignifica y ennoblece al hombre.
Haceos laboriosos como la abeja al panal cuando os sintáis cansados,
desanimados. Bajad vuestra mirada y embelezaos ante la perfección de la naturaleza.
Quedad atónitos ante la labor
insaciable que desempeñan las abejas y las hormigas. Están organizadas,
clasificadas. Si esto lo hacen
ellas, vosotros estáis llamados a responder con presteza y prontitud.
Temedle a la pereza, pecado capital que es
madre de todos los vicios. Temedle a la ociosidad, a la quietud. Moveos a hacer
algo productivo. Sacadle jugo, jugo que endulce vuestro corazón y os dé
alegría, jugo que os mantenga entretenidos para así no dar entrada a
pensamientos perniciosos, a ideas equívocas, a falsas ilusiones y espejismos
que os llevan a la derrota, al fracaso, a la abulia, porque esto sí que sería
catastrófico para vuestra
vida.
Hijo querido: cuando estuve en la tierra
mi vida era una mezcla perfecta de trabajo y de oración. No podéis descuidar
una cosa por dedicaros a la otra.
Ambas deben ir a la par. Cultivad,
pues, el lirio perfumado del trabajo. No permitáis que sus flores se marchiten,
que sus hojas pierdan su verdor, que su tallo
pierda su hermosura. Esmeraos en prodigarle todos los cuidados que un lirio
fino se merece, es demasiado delicado, frágil, susceptible a sufrir algunos daños.
Hijo consentido:
vale la pena que le prodiguéis todo el cariño y el amor porque el lirio
perfumado del trabajo edificará vuestro proyecto de vida; proyecto que será más
sólido, más dinámico, más duradero.
Vale la pena
que le pongáis ganas, deseos de
salir adelante, que evitéis la monotonía
y el desaliento en vuestros
quehaceres cotidianos. Vale la pena
que apreciéis vuestro trabajo como una gran bendición, como una gran
oportunidad para crecer, como un gran medio para haceros más persona; persona
polifacética, persona con gran sentido de trascendencia; persona que deja
huella de eficiencia y dinamismo en su
área laboral.
Guardad bien mi
enseñanza en vuestro corazón. Meditad en mi lección y vividla.
El alma dice:
San José, padre querido: los días miércoles
para mí, son de gran trascendencia porque llego a vuestro taller con muchísimas expectativas; expectativas
que son suplidas, colmadas.
Vuestras
palabras ablandan la dureza de mi corazón, lo cercenan, lo vuelve más
susceptible a las cosas de Dios; lo ensancha al Amor Divino. Amor que da
regocijo, paz,
armonía y equilibrio conmigo mismo.
Vuestro abrazo
quebranta mi espíritu porque de la misma forma que abrazasteis al Niño Jesús me
estrecháis en vuestro regazo paterno.
Os amo, os rindo el culto que como padre
adoptivo del Salvador os merecéis.
Os tributo
homenajes porque sois el custodio y protector de los Corazones Unidos Traspasados
de Jesús y de María.
Os abro un
espacio en mi corazón para que reposéis en él. Haced de cuenta que es la posada
que os negaron un día.
Os doy infinitas gracias por haber perdonado
mi indiferencia para con vos. Pocas veces os tuve en cuenta. Pocas veces os
pedí ayuda. Pocas veces me detuve a pensar en vuestro papel cooperador de la
Redención.
San José, os habéis robado mi corazón.
Vuestro silencio calaba en la profundidad de mi alma. Era como sonido armonioso
que me llamaba a seguiros, a confiar más en vos. Me sedujisteis, por eso estoy
aquí en vuestra carpintería, ávido de vuestra Sabiduría Divina. Sabiduría que
cambia mis esquemas. Sabiduría que me lleva a descubrir mis errores y a
enmendarme. Sabiduría que hace que busque los caminos de la santidad, las
sendas rectas. Sabiduría que son perlas de gran valor, tesoros cuantiosísimos
que me dan riqueza espiritual; riqueza que no muere, no finiquita, perdura
hasta la vida eterna.
San José, os quiero amar con el mismo amor como os amó Jesús y María.
Quiero vivir vuestras santas virtudes, deseo parecerme a vos.
Hoy habéis sembrado en mi corazón el lirio perfumado del trabajo. Lirio que
aniquilará cualquier espíritu de pereza. Lirio que me hará apto, eficaz en mis labores
diarias. Lirio que me llevará
a degustar de mi oficio, de mi ocupación. Lirio que convertirá mi trabajo
en oración. San José modelo de los obreros: concededme el don de valorar el arte, el oficio, la ocupación que me sustrae
varias horas durante el día, de
hacerlo con agrado, con entrega; acompañadme en
mis quehaceres cotidianos
para que sea ejemplo, modelo de virtud.
No permitáis que caiga en la mediocridad; hacedme más diligente, más
capacitado, más rendidor.
San José modelo de los obreros: os pido por
todos los trabajadores del mundo entero; asistidlos en sus luchas y
dificultades, en sus fatigas y desalientos; interceded por aquellos hombres y
mujeres que carecen de un trabajo digno; tocad el corazón de empleadores y empresarios para que abran las
puertas de sus fábricas, de sus empresas, de sus locales comerciales y den
cobijo a tantas personas turbadas por sus necesidades; necesidades que deben
ser suplidas para la supervivencia, para la
subsistencia en un mundo
inundado por el tecnicismo, por la ciencia, por la supervisión de control de calidad.
San José modelo de los obreros: no permitáis que el hombre sea desplazado por una máquina. Haced que sea tenido en cuenta, que se le valore su trabajo; trabajo que sea remunerado justamente,
trabajo que sea un encuentro de fraternidad, de camaradería; trabajo que sea
vértice para el crecimiento personal, social y
espiritual.
San José, hijo amadísimo del Padre Eterno:
habéis convertido mi corazón en un
preciosísimo jardín; jardín que posee los más bellos lirios perfumados del
Cielo. Lirios que profundizan mi vida
interior. Lirios que me sustraen del
mundo; mundo regido por falsas leyes, mundo que ha desbancado a Dios de su trono, mundo
camuflado de
aparentes verdades, mundo apático a los misterios del Cielo.
Os prometo cuidar
de cada uno de ellos. No defraudaré la confianza que pusisteis en mí con
mi conversión perfecta. Haré que crezcan sanos y frondosos para que las
personas que caminen a mi alrededor
se admiren ante su belleza porque
indudablemente son lirios fabricados
por las manos de Dios.
Letanías y oración al final.
16.
El Lirio Perfumado de Entrega al Señor
Abril 26/09 (7:00 a.
m.)
San José dice:
Hijo carísimo: los días miércoles mi corazón salta de júbilo porque sé que
algunas almas vendrán a mi humilde
taller de carpintería a recibir mis enseñanzas;
almas que me rinden culto y
veneración, almas que se acuerdan de que yo
existo, almas que anhelan ahondar en su
vida interior; almas que ven en mí a un padre protector, cariñoso,
dadivoso; almas que llegan en búsqueda
de un consejo, de una palabra cálida; almas que sienten la necesidad de mi pobre
compañía. Compañía que les brinda consuelo, apoyo, luz en su búsqueda.
Querido hijo: venid, pues, que os quiero
abrazar, deseo sentir vuestro calor, tengo muchos consejos para daros, consejos
que renovarán vuestros pensamientos, consejos que os hará más espiritual;
consejos que os despertará el deseo de seguir al Señor, de escucharle, de vivir
su Palabra; consejos que os llevará por los caminos de la santidad, santidad
que está al alcance de todas las almas, santidad que os asciende por escaleras
de oro hasta llegar al cielo.
Hoy, hijo mío, os
tengo el bellísimo lirio de entrega al
Señor. Lirio que
os quitará vuestros harapos para vestiros con ropajes de luz. Lirio que os dará
convencimiento de que el mundo no es la felicidad, la verdadera dicha es Dios.
Lirio que correrá velos negros de vuestros ojos para que podáis ver. Lirio que
ablandará vuestro corazón para que podáis sentir a Dios. Lirio que os llamará a
dejarlo todo para que os abandonéis en el Todo. Lirio que os despojará de ataduras
para que podáis andar en libertad. Lirio que os dará deleite en las cosas del
Cielo. Lirio que os desatará de las amarras mundanales para que alcéis vuelo,
para que os dirijáis en la búsqueda del premio que se os tiene prometido.
Una vez haya sembrado el lirio perfumado de
entrega al Señor en vuestro corazón, sentiréis gozo en vuestra alma, paz que el
mundo no os la podrá arrebatar. Los dones y carismas empezarán a florecer. Las
cosas que antes os llenaban, ahora sentís hastío por ellas.
Hijo amado: os
llegó la hora de tomar la decisión de elegir el camino del bien o el camino del
mal, de seguir a Jesús o a satanás, de optar por el cielo o por el infierno.
No podéis continuar como navío en alta mar sin brújula, sin dirección.
Comprended que vuestra meta, vuestra prioridad es la salvación de vuestra alma y para ganaros una de las moradas
del Cielo debéis acoger el mensaje del Señor, debéis
vivirlo no a
medias sino en su totalidad.
¿Por qué os cuesta tanto caminar tras las huellas de Jesús?
¿Qué es aquello que os coarta? ¿Acaso son más importantes las cosas del mundo que
servir al Señor? Os llegó el momento
de desnudar vuestro corazón; os llegó el momento
de entregarme vuestros miedos y dudas; a nada habéis de temer porque yo os ayudaré a despertar de vuestro sueño
letargo, os sacudiré dulcemente para que os
mováis y
reaccionéis que, es urgente que os entreguéis al
Señor. No posfechéis vuestra decisión, mañana quizás podrá ser demasiado
tarde. Vuestra vida en la tierra es como
un sueño que así como de rápido os
llega, muy pronto se os va. Sé que habéis buscado tanto y nada habéis
encontrado porque, aún, hay vacíos en vuestro
corazón; la soledad os abruma, la desdicha os carcome lentamente, os hace
un orificio y no os dais cuenta.
Decidle sí al Señor.
Dejaos abrazar por Él. Recostaos en su pecho y llorad. Necesitáis sacar todo lo
que os reprime, todo lo que os entristece; necesitáis recobrar la paz; paz que
creísteis encontrar en el mundo, en su falsos dioses; aceptad que estabais bien
equivocado, confundido; que los placeres furtivos, efímeros os asfixiaron, os
ahogaron, laceraron vuestro corazón.
Si hoy le decís sí al Señor: corred a su encuentro. Él os espera para daros ese beso
al que tantas veces le rehuisteis, le despreciasteis.
Él os espera para sanar las heridas de vuestro corazón con su llanto. Él os espera para daros del
alimento que os da vida eterna. Él os espera para reavivaros porque estáis
flaco, sumamente demacrado. Él os
espera para perdonaros vuestras culpas y devolveros el estado de gracia.
El alma dice:
San José, modelo
insigne de entrega al Señor: os amo por haberos fijado en mí. Os venero por ser
el padre adoptivo del Salvador, os rindo el culto que como esposo castísimo de
la Virgen María os merecéis.
San José, modelo insigne de entrega al
Señor: os doy gracias por llamarme cada día miércoles a compartir y a disfrutar
de vuestra adorable compañía. Vuestra presencia eclipsa mis sentidos, capta la
atención de mi mirada
porque
de vuestros purísimos labios brotan miel del Cielo, miel que endulza la
amargura de mi corazón, miel que es néctar suave, que hace que exhale suspiros
de amor.
San José, modelo insigne de entrega al Señor: me moriría de tedio el
día que venga a vuestro humilde taller y no os encuentre; vuestra sencillez me
conlleva a despojarme de tanto materialismo y arandela que hacen de mí un ser
superficial. Es debido vivir sólo con lo necesario. Dios mismo se encargará de
proveerme, de asistirme de tal modo como lo hace con las aves del cielo que ni
siegan ni trabajan y sin embargo Dios las alimenta.
San José, modelo
insigne de entrega al Señor: vaciad mi corazón, removedlo, ponedlo en orden.
Haced que mi única ocupación sea: amar, adorar y glorificar al Señor.
San José, modelo insigne de entrega al Señor: concededme el vuelo de las águilas, haced que nada me ate a la
tierra, que mi corazón y mis pensamientos siempre estén fijos en el Cielo.
San José, modelo insigne de entrega al
Señor: llenad mi corazón de vuestro amor para así amar al Señor con la misma
intensidad como vos lo amasteis en la tierra y adorarlo como vos lo adoráis en
el Cielo.
San José,
modelo insigne de entrega al Señor:
tomadme de vuestras manos y llevadme a andar los mismos caminos que vos
anduvisteis, caminos angostos con algunos obstáculos pero caminos seguros en los que jamás hay pérdida.
San José, modelo insigne de entrega al
Señor: corred el velo de mis ojos para que vea a Jesús como al Hijo de Dios.
Hijo que vos arrullasteis en vuestros brazos, Hijo al que le rendisteis los más
excelsos tributos porque sabíais que este Niño que se os había puesto bajo
vuestra
protección era el
Salvador que había descendido a la tierra para redimir a toda la humanidad.
San José, modelo
insigne de entrega al Señor:
conducidme a las fuentes de aguas puras del Sacratísimo Corazón de Jesús, aguas
que han de saciar mi sed, aguas que
habrán de purificar mis inmundicias
hasta quedar limpio de todo pecado.
San José, modelo insigne de entrega al
Señor: los lirios perfumados que habéis sembrado en mi corazón expelen aroma de
santidad, perfume de mortificación y de sacrificio, embellecen mi alma y
exaltan mi espíritu de júbilo.
San José, modelo insigne de entrega al
Señor: sois generoso al alentarme a proseguir mi camino, camino que me exige
renuncias, desprendimientos, cambios notorios en mi vida, vida que es
transformada por los criterios del Evangelio. Evangelio que me comunica la
Buena Nueva. Evangelio que me lleva a conocer de Jesús, a ahondar en sus
milagros, a imitarle en sus Santas Virtudes.
San José, modelo insigne de entrega al
Señor: muchas veces he emprendido el camino de la santidad, he querido vivir el
Santo Abandono pero mi vulnerabilidad, mi inconstancia son baches que me hacen
desandar lo recorrido. Estoy cansado, hastiado de una vida sin sentido, quiero
entregarme por completo al Señor, servirle sólo a Él, amarle con ímpetu,
obedecerle siempre, aún, en aquellas situaciones que me sean difíciles de
asimilar.
San José, modelo insigne de entrega al Señor: ayudadme para que el Sí que le
dé a Jesús sea rotundo, definitivo, que sepa vencer obstáculos, que no le cuestione por el peso o tamaño de mi cruz, que aun con mis pies
vacilantes continúe la marcha.
San José, modelo
insigne de entrega al Señor: no os separéis de mi lado, sostenedme cuando esté
al borde del precipicio, alentadme para no decaer, animadme hasta el día que
parta de este mundo a la eternidad.
LETANÍAS A SAN JOSÉ
Señor,
ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo,
ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. Señor,
ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo,
óyenos. Cristo,
óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial. Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo. Ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo.
Ten piedad de
nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios. Ten piedad de nosotros.
San José. Ruega por nosotros.
Insigne descendiente de David. Ruega por nosotros.
Luz de los
Patriarcas. Ruega por nosotros. Esposo
de la Madre de Dios. Ruega por nosotros. Casto
guardián de la Virgen. Ruega por nosotros.
Padre nutricio del Hijo de Dios. Ruega por nosotros.
Celoso defensor de
Cristo Ruega por nosotros. Jefe
de la Sagrada Familia. Ruega por nosotros. José
justísimo. Ruega por nosotros.
José castísimo. Ruega por nosotros. José prudentísimo. Ruega por nosotros. José fortísimo. Ruega por nosotros.
José obedientísimo. Ruega por nosotros.
José
fidelísimo. Ruega por nosotros.
Espejo de paciencia. Ruega por nosotros.
Amante de la pobreza. Ruega por nosotros.
Modelo de obreros y artesanos. Ruega por nosotros.
Gloria
de la vida doméstica. Ruega por nosotros. Custodio
de las Vírgenes. Ruega por nosotros. Amparo
de las familias. Ruega por nosotros.
Consuelo de los atribulados. Ruega por nosotros. Esperanza de los enfermos. Ruega por nosotros.
Patrono de los
moribundos. Ruega por nosotros.
Terror de los demonios. Ruega por nosotros.
Protector de la Santa
Iglesia. Ruega por nosotros. Padre de nuestra familia. Ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas los pecados del mundo.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas los pecados del mundo.
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas los pecados del mundo.
Ten misericordia de nosotros.
V. Le nombró administrador de su casa
R. Y Príncipe de toda su posesión.
V. San José,
protector nuestro.
R. Ruega por nosotros.
ORACIÓN A SAN JOSÉ
¡Oh!,
San José: cuya protección es tan grande, tan poderosa y eficaz ante el Trono de
Dios, en vuestras manos entrego todos mis intereses y mis deseos.
¡Oh!,
San José: asistidme con vuestra poderosa intercesión, conseguidme de vuestro
Divino Hijo Nuestro Señor todas la bendiciones particulares que necesito a fin
de que habiendo conseguido aquí en la tierra la ayuda de vuestro poder
celestial pueda ofrecer mi gratitud y homenaje al padre más amoroso. Amén.
Índice
Coronilla a San José................................................ 2
1. Lirio Perfumado de la Divina Voluntad............... 3
2.
Lirio
Perfumado de la Castidad........................... 7
3. Lirio Perfumado de
la Prudencia......................... 11
4.
Lirio
Perfumado de la Paciencia.......................... 16
5.
Lirio
Perfumado de la Fortaleza.......................... 20
6.
Lirio
perfumado del Silencio…........................... 24
7.
El lirio
Perfumado del Amor de Dios.................. 29
8.
El lirio
Perfumado del Discernimiento…............ 34
9.
El lirio
Perfumado de la Docilidad...................... 39
10. El lirio Perfumado de la Confianza................... 43
11. El lirio Perfumado de la Santa Iglesia............... 48
12. El lirio Perfumado de la Familia........................ 53
13. El Lirio Perfumado del Sufrimiento.................. 58
14. El Lirio Perfumado de la Buena Muerte............ 63
15. El Lirio Perfumado del Trabajo…..................... 68
16.
El Lirio
Perfumado de Entrega al Señor............ 73
Letanías a San José.................................................. 78
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